El domingo pasado iniciamos la lectura del capítulo 6 del evangelio de Juan. Es un descanso en la lectura continua de San Marcos que es el evangelista de este año. Juan nos relata pocos milagros, a los que llama signos pues nos muestran mucho más que lo que nuestros ojos ciegos pueden ver, y hablan del mismo Jesús. Son pocos los signos, pero a continuación de ellos, Jesús mantiene un diálogo con los judíos en los que va aclarando el significado de lo que acaba de realizar. Por ejemplo, después de curar al ciego nos habla que el es la luz, después de la resurrección de Lázaro que él es la resurrección y la vida, y en el que nos ocupa esta semana, él se manifiesta como el PAN DE VIDA. El es el auténtico alimento. No es lo que harta y llena el estómago lo que sacia, sino, el alimento auténtico lo que fortalece y da ánimo al hombre para continuar su tarea.
Aquellos que buscaban a Jesús es porque les dio de comer gratis hasta hartarse, pero al Señor no le interesan lo éxitos. Huye al monte a orar por la noche, posiblemente para saber lo que significa todo lo que ha hecho. Pensemos por un momento, nosotros, que hemos recibido la fe, no podemos quedarnos en una fe de milagros, por muy maravillosos que sean. Elévate sobre la montaña y contempla con el corazón de Dios este mundo maravilloso que El nos ha regalado, observa con atención todo lo que hay en él. Y ahora escucha, pon atención, hombres y mujeres en búsqueda, preguntándose el por qué de la injusticia que los someta al hambre y a la miseria, por qué el color de la piel, la raza o las creencias siguen siendo un obstáculo para ser y tener lo necesario para vivir con dignidad. Y ahora descubre el rostro de gentes que conoces que viven sometidos a la esclavitud de una vacía, llena de cosas pero sin sentido. Cuantos intentas satisfacerse con llenarse el estómago de grandes banquetes, festines suculentos, borracheras interminables escusadas en fiestas absurdas. Escucha el corazón sin amor de hombres y mujeres que se hartaron de todo y no tienen a nadie, de almas vacías que no saben lo que es amar ni ser amados. Escucha el clamor silencioso de jóvenes embobados en una insaciabilidad de nuevas experiencias, de estar a la moda, de buscar sin sentido. ¿No hay hambre en este mundo?. Sí, de justicia, de paz, de amor, de alegría... y ¿quien les da de comer?, Acaso los mercados financieros, las multinacionales, los gobiernos sometidos a lo económico. ¿quién alimentará el futuro?, acaso conseguir cosas, viajes, vacaciones, progreso y ocio absurdo.
Tienes hambre, es Dios que necesita entrar en ti, sí, tienes hambre de Dios, porque nuestra conciencia, como una vasija resquebrajada puede perder el agua fresca que hay en su interior.
Señor, danos de este pan, el pan de vida.
(Juan 6,24-35)
Nosa Señora da Franqueira, axúdanos a sentarnos na mesa do reino.
Feliz domingo a todos
Glorificad al Señor con vuestras vidas
Javier Alonso
A Franqueira
02-07-15
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