martes, 11 de agosto de 2015

RISAS DE NIÑOS




Leyendo el evangelio de hoy, además de la grandeza que supone saber que el Señor viene a nuestro encuentro para rescatarnos, que no abandona el empeño en que volvamos a su amor, que no deja de amarnos a pesar de nuestro pecado, que no cesa en seguir preocupado aunque nos ocupemos en nuestras cosas dejándolo a El. Hoy, además de saber que es el buen pastor, que nos llama a una humildad casi escandalosa, que nos habla con la sencillez de quien nos conoce, que no quiere más que lo mejor para nosotros. Hoy, además de darnos siempre la lección de la humildad, de poner a nuestro alcance el cielo con palabras de la tierra, de cambiarnos nuestros planes, de lograr sacar de nosotros lo mejor. Hoy, además de advertirnos del riesgo del desprecio, de que no valemos por tener o poder más, de recordarnos que los últimos son los primeros. Hoy, como muchas veces. Jesús nos llama a la alegría. Una alegría de niños, risas fuertes y ensordecedoras de los infantes que nunca de ponen afónicos, que gritan sin cesar en sus juegos interminables. 
Hace unos meses, haciendo una visita en Vigo, al ir por la calle pasé por delante de un par de colegios, cerca de ellos hay un parque infantil, no muy grande, pero con bastantes juegos. Los gritos de los niños me detuvieron un momento, ya no estaba acostumbrado e ese sonido. Me detuve y pude observar que las edades oscilaban entre los más pequeños que descansaban en sus carritos y los 7 o 9 años. Merendaban, saltaban, jugaban, reían, corrían, gritaban... todo al mismo tiempo, bajo las miradas de sus padres. Conté, y, para mí era una multitud, habría cerca de unos cien niños. Y pensé, "en mi vida veré tantos niños juntos en mis parroquias". Yo que veo más bien pelos canosos y gentes con acumulación de edad, no digo que no sean felices, pero un poco de pesimismo si que reina en nuestros pueblos, me imaginaba una parroquia con el bullicio de los niños, con la ilusión de aprender, con la inocencia del corazón bueno. Y hoy, me imagino un cielo así, un corazón así, un Dios así... alegre porque nos encuentro, porque nos rescata.
Por cierto, que viene un poco a cuento, a ver si logramos que cambien un poco las políticas de apoyo a las familias, porque, entre que cada vez las parejas se deciden por los hijos pasan los años, que no tienen estabilidad laboral, que hay un pelín de comodidad en los planteamientos de la vida, que nos hemos hecho un poco egoístas... estamos abocados a la "desaparición". 
Bueno, sin querer alarmar, pero un poco de alegría sí que necesitamos, pero, alegría de la buena no de "festiña vai, festiña ven" sino la alegría del Evangelio.

Nosa Señora da Franqueira, naiciña nosa, vove a nós os teus ollos alegres e cheos de bondade.

Feliz día
Javier Alonso
A Franqueira
11-07-15

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