jueves, 27 de agosto de 2015

LÁGRIMAS DE MADRE




Hoy celebramos la memoria de Santa Mónica, madre de San Agustín, cuya festividad será mañana. ¡Cuántas lágrimas derramadas por esta mujer para que su hijo cambiase de vida!, y es que, a pesar de ser varios los hijos que tenía, su especial predilección era el que se había perdido. Agustín, buscaba la verdad, pero se equivocaba en el camino. Buscaba al Señora y estaba dentro de si. Las oraciones de Mónica y su empeño lograron que el corazón de su hijo de doblegase ante el amor de Cristo. Ella, como madre, buscaba la felicidad de su hijo, pero, la auténtica.
Hoy, quiero hacer un homenaje a las lágrimas de las madres. Pasan por mi mente en este momento y me hace enmudecer haciendo que llegue a la emoción, recordar visualmente los rostros desencajados de algunas madres, que, en la intimidad del santuario vienen a desvelar sus preocupaciones ante la Madre por excelencia, María de Nazaret, Nosa Señora da Franqueira. Madres golpeadas por la enfermedad de sus hijos y sienten la impotencia, no solo de no poder sanarlos, aunque el abrazo de una madre es la mejor medicación, sino el dolor de que no se quieran cuidar. Madres doloridas por la desafección de sus hijos que se rebelan contra todo, que están enfadados con todos, desde lo más sagrado hasta lo más infame. Madres que lloran la separación de sus hijos, que su corazones no han encontrado el amor, sino que buscan de forma compulsiva quien les abra el corazón engañándose a sí mismos. Madres que observan impotentes la degradación de sus hijos que van siendo atrapados por las drogas o el alcohol, y los cuerpos cuidados desde la niñez, se vuelvan avejentados por el vicio que corre por sus venas. Madres con los ojos enrojecidos de noches sin dormir, pegados al teléfono y al reloj, esperando que sus hijos vuelvan de un botellón insaciable, que marca el ritmo semanal de una diversión sin rumbo. Madres que siempre tienen en su corazón la palabra perdón, y una y otra vez, no conocen más que el silencio. Madres que prefieren el olor de los primeros pañales al olor del abandono que padecen al final de sus días. Madres que llevan en sus bolsos las fotos de sus hijos al lado de un rosario, y, que cada vez que rezan lo hacen por ellos que ya han olvidado hacer la señal de la cruz. Madres que se ponen de rodillas, cierran sus ojos, y su corazón se acompasa con el de la Madre que está a la espera de sus hijos. Madre no hay más que una, dice el refrán, pero gracias a Dios, tenemos dos. 
Hoy mi oración es para vosotras, madres, que como santa Mónica esperáis el regreso del hijo.

Nosa Señora da Franqueira, nosa naiciña querida, acolle a nosa pregaria confiada.

Feliz día
Javier Alonso
A Franqueira
27-08-15

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