miércoles, 19 de agosto de 2015

JUSTICIA DE DIOS



Hace unos años, asistiendo a unos ejercicios espirituales, una de las meditaciones versó sobre el texto de hoy: la parábola de los obreros contratados a la viña. Cada uno es llamado a trabajar a una hora distinta y todos reciben el mismo salario, el que habían contratado. Los primeros reclaman más atenciones, pues han trabajado más horas. El dueño da lo que es "justo" pues es lo convenido y quiere ser bueno, dando a los últimos lo mismo que a los primeros. Y, a mí, no deja de admirarme esta postura del dueño de la viña, que, representa la bondad de Dios, pero que va también en oposición a mi concepto de justicia. Pues bien, en aquella meditación nos dice el sacerdote ¿quién lo pasó peor?, ¿el que trabajo todo el día, pero sabía que había convenido un salario y que llegaría la noche con algo para su casa, o bien, el que llevaba todo el día en la plaza y no tenía trabajo, y, por lo tanto nada que llevar a su familia?. ¿quién sufre más y quién necesita igual?. Así, la justicia divina sobrepasa el concepto humano y nos sitúa ante una llamada de comprensión de los que sufren. 
No es difícil escuchar que hay gente que no tiene ganas de trabajar, que hay mucho vago, que cuando te empeñas sales adelante, que hay muchos viviendo del bote, que ya está bien de tantas ayudas... pero ¿quién lo dice?, El que tiene trabajo, estabilidad, que no está apuntado en la lista del paro, o le ha ido bien y le han llamado. Porque, preguntemos a un joven que tiene carrera universitaria, varios idiomas, master... y está sirviendo en una terraza con un contrato de verano y cobrando lo mínimo trabajando lo máximo. cada día nos levantamos con la llegada de los últimos, los que sobreviven a una travesía de muerte, y que esperan poder alcanzar el "sueño" europeo, por lo menos salir del infierno que le imponemos. A estos también se les dice que ya está bien de tantas ayudas, y del efecto llamada y de que el problema son sus gobiernos, y que el mundo, bla, bla, bla...
No quiero hablar de justicia como si de una palabra se tratase, o de la virtud necesaria, sino de la justicia que desmonta mis injusticias. Porque yo ha veces dicto las leyes, impongo sentencia, y, si me apuras hasta soy carcelero y verdugo. La justicia como manifestación del ser de Dios, Santo y Justo, en que su justicia supera los pareceres de mi corazón raquítico. La justicia, que nos dice Francisco en la bula de convocatoria del Año jubilar de la misericordia " "la justicia de Dios se convierte ahora en liberación para cuantos están oprimidos por la esclavitud del pecado y sus consecuencias. La justicia de Dios es su perdón".

Nosa Señora da Franqueira, acolle con teu corazón de nai a todos os que buscan un traballo digno, aos que viven agoviado polo peso das horas sen esperanza, aos que non teñen nada. Coidaos.

Feliz día
Javier Alonso
A Franqueira
19-08-15

No hay comentarios:

Publicar un comentario