Dichoso quien ama al Señor.. su caridad dura por siempre.
Hoy el evangelio nos recuerda la famosa frase tan recurrida de "al César lo que es del César y a Dios lo que es de Dios". El contexto es, como decíamos ayer, la ciudad de Jerusalén, después de la entrada triunfal, de haber expulsado a los mercaderes, de comenzar las discusiones y debates con los diversos sectores de la sociedad, de recibir de los fariseos y herodianos la pregunta sobre el tributo al César. Jesús era interpelado, no sobre una cuestión de moralidad pública en cuanto a los impuestos, sino sobre su pensamiento político. Así, el tributo al César era el sometimiento al imperio romano, no solo eso,. era el reconocimiento de que Roma era a quien se le debía todo. Pero, aquellos que hablaban de la pureza de la religión, y que habían conseguido el consentimiento del imperio para ejercer la misma, se habían vendido al impero, lo que suponía un reconocimiento implícito, que así era la inscripción de la moneda, de que el César no solo es el emperador, sino también, una divinidad a quien rendir culto, estar dispuestos a todo por Roma. ¿Acaso el pueblo de Dios, el que había sido liberado, salvado, cuidado, y al que se le prometiera el Mesías, podía someterse y arrodillarse, no físicamente, sino en el sentido vital al emperador?. Entregar el tributo es trabajar para Roma, dedicarse a producir para el imperio, someter el futuro no por principio sino por temor a Roma.
Hoy también son muchas las divinidades a las que se entrega tributo: la economía, un prestigio social, un estatus, y supeditamos incluso a lo material: la casa, el piso, el coche, las vacaciones, lo mejor para mí, aunque no sea bueno, pero queda bien. Y a Dios le damos las migajas, eso sí, que esté bien pendiente de nosotros para que nada me falle. A Dios le doy el tiempo que me sobre, el día que puedo, las fuerzas que me quedan, las ganas que tengo, el momento que me apetece, la oportunidad que se me presta, y el ya veremos si no me quedo dormido, o el hoy no tengo ganas.
Cuando es el nombre de Dios el que está inscrito en nuestro corazón, no hay más elección que El, porque el resto está supeditado a El. ¿Como es?. Pues poniendo todo bajo su presencia, considerando que todo: la familia, el trabajo, la sociedad, la economía, la política, el tempo libre, todo está en El, y sin El no hay nada. Todo para su servicio, entonces veremos como todo favorece a los demás. Porque no es mi tiempo, ni mi dinero, ni mis cosas, ni mi prestigio, ni mis amigos... sino, en Dios todo está para la construcción del Reino. Así mi vida será de servicio, entrega, disponibilidad, generosidad, donación, en definitiva, de vida. Dando es cuando se recibe, muriendo es cuando se vive, y seremos en El para todo.
(Marcos 12,13-17)
Nosa Señora da Franqueira, que non gardaches nada para ti, faime vivir a xenerosidade.
Feliz día
Javier Alonso
A Franqueira
(02-06-15)
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