El amor de Dios ha sido derramado en nuestros corazones.
Jesús sigue siendo asediado por preguntas en la ciudad de Jerusalen. Si los días pasados fueron los fariseos y herodianos, los saduceos y los sacerdotes, hoy es un escriba, un entendido y estudioso de la ley. Una ley que se había convertido en una carga para cualquier fiel judío, y, en lugar de ser expresión de la unidad en Dios, era el temor de no poder cumplir con todo lo establecido. Así, podemos preguntar como Pedro ante la exigencia de Jesús, pero por la caridad y el amor manifestados en el perdón ¿quién podrá salvarse?. Y Jesús le contestó "es imposible para los hombres, pero no para Dios". Aquel escriba, con su cabeza llena de normas, preceptos, necesitaba la claridad de saber lo fundamental, lo esencial. Posiblemente pensaba que aquel artesano de la marginada región de Galilea no tendría nada que enseñarle, sino que, se enzarzaría en una mar de dudas. Pero no fue así, el carpintero de Nazaret, supo tallar lo fundamental para la vida del hombre, en su relación con Dios y con los hombres, sanándose en el amor. El amor, tantas veces olvidado en nuestras relaciones, fundadas también en normas y leyes, da paso a una libertad que la ley por si no da. Es Jesús el nuevo Moisés, legislador por excelencia, el que abre e ilumina nuestro corazón para que acojamos esta llamada a fundamentarnos en lo esencial.
Cuando hacemos examen de conciencia debemos partir de esta pregunta ¿he acogido y correspondido al amor de Dios en mi vida?. ¿Lo amo?. y ¿he acogido el amor de Dios y he manifestado el amor de Dios en los hermanos?. ¿los amo?.
(Marcos 12,28-34)
Nosa Señora da Franqueira, fonte do amor divino, axúdanos a que o noso corazón acolla a tenrura propia de ti, que es nosa nai, e amemos a Deus e aos irmáns.
Feliz día
Javier Alonso
A Franqueira
(04-06-15)
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