domingo, 6 de noviembre de 2016

FORTALECIDOS EN LA ESPERANZA



Restan pocas semanas para finalizar el año litúrgico, y, la Palabra que senos propone en la liturgia dominical nos fortalece en nuestro seguimiento del Señor. o que deseamos, buscamos, anhelamos, esperamos; la esperanza, no viene de la posibilidad de que podamos participar de la gloria final. Ahora ya es tiempo de salvación, ahora es tiempo de vida, de gloria, la espera de la bienaventuranza no está separada de la realidad de poder vivirla en el aquí. 
En el texto del evangelio los saduceos vienen a plantear una cuestión sobre lo que ellos no creían: la resurrección. El planteamiento es semejante al de tantas personas que se entretienen y distraen su corazón en el cómo sin pararse a pensar el por qué. Por eso, en la respuesta, Jesús en la respuesta va al núcleo esencial ¿quién es Dios?, Dios de vivos, para El todos están vivos. A partir de ahí estamos llamados a asumir en nosotros el camino de la vida.
La vida en nosotros comienza en la llamada que nos hace a participar de su misma vida, la que nos regala en la muerte y resurrección de Jesús que ha derrotado lo que conduce al hombre a la desesperanza y al vacío: el pecado y la muerte. Lo que estoy llamado a vivir como cristiano, no va en aumentar la posibilidad de llenar mi saco de méritos para presentarlos al Señor, sino, como con valentía, entereza, trabajo y dedicación, he aceptado la vida misma de Dios en mí. La esperanza de la plenitud y de eternidad no es algo lejano, sino presente en el "Kairós" en este tiempo de salvación en el que vivo. Si uno me abofetea, solo por cumplir el mandato del perdón tengo que soportar la ofensa sin mas pensando que algún día seré premiado, o, puedo optar por este camino, que es el de la vida, el que espero gozosamente, viviendo el perdón como un anticipo de lo que gozaré junto a Dios, viendo cara a cara la gloria del amor. El poner la otra mejilla, una heroicidad, es así camino de la fraternidad universal que viviremos en el cielo, pero que está ahora ya aquí al ver en el otro a mi hermano desde el amor de Dios. 
La fe el el Resucitado, presente junto, con, en nosotros, ilumina nuestra vida en esperanza. 
Demos vida, vida que los hombres que experimentan tantas veces en su carne la muerte, por el pecado, tanto el personal como el que provoca la consecuencia de vivir en el dolor del silencio, el abandono, la indiferencia de los otros.
¿Crees en el Dios de la vida?, pues no escojas caminos de muerte, camina en el Señor a la vida, el gozo del encuentro con el hermano en amor.

Nosa Señora da Franqueira, vida e esperanza nosa, aléntanos no camiño da gloria.

Feliz domingo 
Javier Alonso
A Franqueira
06-11-16

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