viernes, 27 de julio de 2018

TIERRA SEMBRADA, TIERRA FECUNDA



Semilla derramada en tierra, derroche sobreabundante de generosidad. Semilla en camino, entre zarzas, en pedregal. Hay que intentar que salga por si misma, que a pesar de las dificultades no quede sin sembrar. Los impedimentos son muchos: la dureza de la tierra, los pájaros, las zarzas ahogantes, las piedras en sequedad. ¿Quien sabe? Esa semilla no se pierde, ha sido un intento, pues el sembrador esparce con la ilusión de que sea fecunda. Derroche de vida, de esperanza, de futuro. El sembrador tiene ilusión.
Y es que la Palabra es derramada en los corazones, pero la dureza como piedra, los miedos e inseguridades, los afanes y apego a las riqueza, la falta de hondura, la sequedad y vacío de vida convierten la esperanza en frustración, lo posible en negación, la vida que puede empezar e muerte de lo que no ha sido posible.
Sembrador, pasa el arado, rasga el corazón y el alma del hombre. Llega a lo más profundo, esponja en el interior con la frescura del amor. Sembrador, golpea con fuerza, limpia de zarzas y hierbas, saca las piedras, penetra y derrama el agua del Espíritu.
Sembrador, quiero ser tierra buena, dispuesta a la vida fecunda. Derrama tu palabra, llena de amor lo imposible de lo que puede venir.
Sembrador cuida de mi corazón. Haz que mi fruto sea vida, perdón, amor y paz. Que dé ciento por uno, en lo poco y pequeño que sea grande mi fruto.

Virxe María, en ti foi sementada a palabra que se fixo presenza do amor no Fillo Salvador. Axúdanos a deixarnos fecundar polo Sementador.


Evanxeo: Mt 13, 18-23
Escoitade, logo, vós a parábola do sementador: Sempre que un escoita a Palabra do Reino e non a entende, vén o Maligno e repáñalle o sementado no seu corazón: esa é a que caeu no camiño. O que caeu entre as pedras, vén ser aquel que, escoitando a Palabra, de seguida a recibe con alegría; pero, ó non ter raíz e ser inconstante, así que veñen as dificultades ou a persecución por causa da Palabra, de seguida abandona. O que cae na silveira, vén ser aquel que escoita a Palabra; pero as preocupacións do mundo e o engado das riquezas afogan a palabra e queda sen dar froito. Pero o que foi sementado en boa terra, vén ser aquel que escoita a Palabra e a comprende: este si que dá froito e produce nun caso cento, noutro sesenta e noutro trinta.

No hay comentarios:

Publicar un comentario