sábado, 28 de julio de 2018

LA GENEROSIDAD DE UN NIÑO




Hoy nos quedamos absortos como aquella multitud. Jesús, que había sentido una profunda compasión, les habla, les alimenta en su interior. Jesús ve su necesidad inmediata: tienen hambre. ¿Que podemos hacer?. Son muchos, 5000 hombres, más las mujeres y los niños. Y pregunta. Jesús abre el debate, necesita soluciones, necesita saber que piensan los que están con él. Pues es imposible. No tenemos nada. Más aún, la necesidad es desbordante. En medio de los cálculos de los apóstoles, ni medio año de trabajo daría para entregar un pedazo de pan, surgen las inquietudes. Y un niño, que no hace más cálculos que lo que ver lo que se necesita entrega lo que tiene: 5 bollos de pan y dos peces. Lo ofrece, entrega lo que tiene.
Jesús nos pregunta ¿que hacer ante tanta hambruna, ante tanta miseria, tanta violencia, tanta hambre de paz? 
Primero se necesita la sencillez, la humildad, la transparencia de un niño. 
¿recordáis cunado Jesús pone a un niño en medio de la discusión de quién era el más importante? ¿o cuando dice si no os hacéis como niños no entraréis en el Reino? ¿o cuando da gracias  al Padre porque revela sus misterios a los sencillos?
Aquí está. 
Pues ante tanta miseria, generosidad. ¿qué tienes para entregar? Pues dalo todo, ya el Señor se encargará de multiplicar. No nos reservemos para el mañana, cada día tiene sus afanes, nos dice el Señor. Hoy da de comer al hambriento, beber al sediento, vestir al desnudo, visitar al enfermo, acoger al forastero, acudir al encarcelado. Claro que en el evangelio queda muy bonito, pero no midas tus fuerzas, deja que la Gracia actúe, que el señor lleve adelante su obra
Dile al Señor:
Señor, quiero aprender la lección de sencillez de un niño. Quita de mi corazón los perjuicios, los cálculos egoístas, los intereses personales, los éxitos vacíos. Multiplica lo poco que puedo entregar. Haz mi vida fecunda.
Aquí tienes mis cinco panes y mis dos peces, lo que soy y lo que tengo.

Tí, María, non puxeches lindes á xenerosidade desde a humildade da túa pobreza. Décheste totalmente e nos entregaches o recibido do Señor, a súa presenza, o Pan de Vida, teu Fillo. Graciñas Nai.

Do Evanxeo segundo Xoán
Despois disto foi Xesús á outra banda do Mar de Galilea (o de Tiberíades). 2Seguíao unha chea de xente, porque viran os sinais que facía nos enfermos. Subiu Xesús ó monte e sentou alí cos seus discípulos. Estaba a chegar a Pascua, a festa dos xudeus. Levantou a vista Xesús e, vendo vir tanta xente cara a el, díxolle a Filipe:
‑¿Onde imos mercar pan, para que coma esta xente? (Isto dicíao para tentalo, que el ben sabía xa o que ía facer).
Respondeulle Filipe:
‑Nin medio ano de xornal chega para que cada un deles reciba un codelo.
Un dos seus discípulos, Andrés, o irmán de Simón Pedro, díxolle:
‑Hai aquí un rapaz que ten cinco bolos de pan de cebada e dous peixes. Claro que, ¿que é iso para tantos?
Xesús ordenou:
‑Facede sentar a xente.
Había moita herba naquel sitio. E sentaron como uns cinco mil homes. Entón colleu Xesús os pans e, dando grazas, repartiu ós sentados canto quixeron e o mesmo os peixes. Cando se fartaron, díxolles ós seus discípulos:
‑Recollede os anacos sobrantes, para que non se estrague nada.
Entón xuntáronos e encheron doce cestas cos anacos dos cinco bolos de pan de cebada, que lles sobraran ós que comeron. O veren aqueles homes o sinal que fixera, dicían: "Este si que é o profeta que había de vir ó mundo".
Entón Xesús, decatándose de que o ían vir coller para proclamar o rei, retirouse só outra vez ó monte.

Feliz domingo
Xabier Alonso
29-07-2018


No hay comentarios:

Publicar un comentario