Este domingo de la alegría es una llamada intensa a la esperanza. La alegría que se proclama no es la fugad sensación de felicidad fugaz momentánea de la satisfacción. Es la que, en medio de las dificultades, nace de la confianza en la plenitud final. Aspirando a lo que el señor tiene preparado nos disponemos con un corazón abierto. Para esto es necesario desterrar lo que está sobremanera llenándonos de cosas que no son ciertas.
Este domingo nos presenta la figura de Juan Bautista, voz que clama en el desierto. ¿Quién va al desierto a escuchar algo? Pues así funciona el profetismo. No es el ruido lo que ayuda a reconocer y recoger lo verdadero que puede transformar nuestras vidas. Iban de todas partes, personas de todas condiciones, y la hacían una pregunta sencilla y sincera ¿que debemos hacer? Y Juan responde a cada uno, dando señales de un camino de conversión para la llegada del que trae el fuego del Espíritu. Juan acompaña con unas sencillas pautas pero radicalmente necesarias: no extorsiones, no engañes ni mientas, no defraudes, no humilles... y prepara tu vida para el mandato del amor. Juan es el que vive despojado, pues el profeta está desasido de todo para vivir de la palabra que arde en su interior. Juan es el enviado para servir al que está por llegar. Un bautismo de conversión es su llamada, Bañados en el agua para arrancar toda impureza que no es propia dela belleza que está por apoderarse de todo. Estad limpio, embellecidos, dispuestos, porque llega el esposo para celebrar el banquete de bodas. Estad limpios de toda maldad porque llega el cordero inocente que se entrega en el amor. Estad limpios de todo orgullo porque llega el infante que es acostado en un pesebre donde comen los animales.
Llegan tiempos nuevos donde las espadas no tienen cabida, el oro no tiene precio, los palacios estarán vacíos. Llegan tiempos donde las calles se llenan de hombres y mujeres que salen a buscar al desterrado, al que tiene la noche por techo para abrir las puertas del hogar de los hermanos y hermanas. Llegan tiempos de que la llave del amor abra las puertas del corazón cerradas a cal y canto por los miedos y abrirlas al encuentro. Llegan tiempos en que los templos salen a las calles, los altares son manteles de confraternidad y el banquete se llena de risas y de cantares. Llegan tiempos donde la mirada es limpia porque el corazón no oculta mentiras ni engaña. Llegan tiempos de desiertos que se convierten en jardines y huertos de hermosas flores y sabrosos frutos.
Suena a poesía porque Dios se hace Palabra que transforma, y la belleza y el amor se adueñan del alma de cada persona. Hoy os pido, estad alegres, alegres en el Señor que ya está buscando posada en el corazón de cada uno para que nos hagamos niños.
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