martes, 17 de noviembre de 2015

BIENAVENTURADOS LOS NO VIOLENTOS




Repasando estos días las bienaventuranzas veo dos que me iluminan sobre la situación actual que estamos viviendo. "Bienaventurados los mansos, (alguna traducción pone los no violentos), porque ellos heredarán la tierra", y la "bienaventurados los que trabajan por la paz, porque ellos verán a Dios". Tanto una como otras me ayudan a dar una respuesta ante la violencia, la los odios, la venganza, la imposición, la lucha desmedida contra los demás, la muerte del inocente, el sinsentido de matar y morir matando gratuitamente, la defensa o la imposición de unas ideas sin buscar más que la sinrazón. Me niego a renunciar a las bienaventuranzas, a poner la otra mejilla, al perdón y al amor. Me niego a aceptar la victoria silenciosa del violento que consigue obcecar la mente y el corazón dando por buena una respuesta que no es propia de un creyente. Me niego a abandonar lo que da sentido cada día a millones de creyentes como yo que han abandonado su casa porque les expulsan, mal viven en tiendas de campaña en campos de refugiados o tirados por la calle, han visto como destruían  sus templos y les niegan la libertad por el hecho de ser cristianos. Me niego a no unirme a la plegaria y a la esperanza de estos hermanos nuestros que pintan una cruz en los lugares, aún a sabiendas que le supone la muerte. Me niego a no estar con cristianos que se tatúan una cruz en su mano sabiendo que es la expulsión y ser marginado. Y ellos, lo que nos piden, como le dijo una niña a un periodista, "lo que necesitamos es que recen por nosotros y que no abandonen su fe". 
Y yo, una fe descafeinada, floja y a veces ambigua, que acepta ruedas de molino y justifica actitudes impropias de quien dice ser creyente. Porque no está en seguir una idea, ni unos principios, ni el cumplimiento de unas normas, sino la vida en Cristo. Y es Él quien, crucificado resucitado, el inocente llevado al patíbulo, que no está entre los muertos, sino que vive, quien tiene una última bienaventuranza "vosotros cuando os insulten y os persigan y os calumnien de cualquier modo por mi causa. Alegraos y regocijaos, porque vuestra recompensa será grande". 
Me cuesta entenderlo, mas aún vivirlo e inimaginable serlo, si pienso que depende de mí, pero es don y gracia del amor de Dios que espera pacientemente que sus hijos abandonen la violencia que solo lleva a la destrucción. 

Nosa Señora da Franqueira, acepta a nosa oración pola paz, axúdanos a sermos mansos e acolle a dor e o laiar do inocente que sofre, dos que padecen a causa da violencia e dos que abandoaron a esperanza. Axúsanos a sermos constructores da paz

Feliz día
Javier Alonso
A Franqueira
17-11-15

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