sábado, 28 de noviembre de 2015

ADVIENTO: LLEGA VUESTRA LIBERACIÓN



Comenzamos el hermoso tiempo del adviento, cuatro domingos con sus semanas, que, refuerzan en nosotros la visión esperanzadora del mundo, de la historia, de la vida que debe tener el cristiano. Guiados por los profetas del destierro, en especial Isaías, con la llamada a la conversión de Juan Bautista y la ternura entrañable de María, sentimos la necesidad de abandonar aquello que nos adormece, nos anula la ilusión o nos lleva al pesimismo. Tiempos recios siempre los hubo y Jeremías, este domingo en la primera lectura, le tocó anunciar a la ciudad de Jerusalén que el desastre era inminente, pero Dios cumplirá sus palabras, y anuncia que su nombre es la justicia. No son las promesas vacías de tecnicismos economistas a los que nos tienen acostumbrados los políticos que nos desbordan en estas semanas previas a las elecciones son sus soluciones. La justicia vendrá del Señor que viene con misericordia y verdad. La paz vendrá de la confianza en que Dios es salvación, triunfará definitivamente y su reino no tendrá fin. Los que se centran en los desastres no verán más que muerte y destrucción, los que confían alzarán la cabeza porque llega el tiempo de la libertad. Poneos de pie, alzad la cabeza, contemplad el cielo y la súplica será la del hijo que recibe el don de la paz. Pueden caerse el cielo, desplomarse los montes, destruirse todo, pero pasará todo tiene que pasar para que el nuevo cielo y la nueva tierra nazcan de la victoria del que vence definitivamente, el que ha derrotado el pecado y vencido a la muerte. 
Ahora es tiempo de estar en vela, no descanseis en el placer y la satisfacción de lo logrado, en la mente embotada por el bien vivir, el vacío del hombre no lo llenan las cosas, no es el vientre satisfecho lo que agrada, sino el estar en vela, trabajando cada día por construir. No dejéis la oración, la escucha de la voz de Dios, que, como brisa suave llena de frescor el aire viciado en el que se ahoga el hombre. Orad son descanso pues Dios no deja de oír a sus hijos, de hablarles al corazón, de proponer una palabra nueva. 
Ahora es tiempo de caridad, de abandonar los egoísmos de dejar atrás los cálculos de ganancias y ver que todos somos llamados a sentarnos en el banquete de los manjares divinos. 
Dios viene y su poder es el amor. Viene en silencio, sin molestar, viene para nacer en la pobreza de nuestro corazón, viene para reinar en nuestra alma. No quiere tesoros, desea un amor correspondido.
Con la ternura de María prepara tu vida para recibirle, a la expectativa de la mujer embarazada que todo lo dispone, con nerviosismo, pero sobre todo con la libertad de que será distinto. El pesebre dejará de ser un lugar miserable para convertirse en el trono de que viene a ser nuestro alimento.
Queridos amigos tened esperanza, Dios viene a nuestro encuentro.

Nosa Señora da Franqueira queremos facer contigo este camiño de espera, espera activa, espera na tenrura do teu corazón.

Feliz domingo
Javier Alonso
A Franqueira
29-11-15

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