miércoles, 18 de noviembre de 2015

JUBILEO DE LA MISERICORDIA XIII. Perdón


Finalizamos hoy las definiciones hechas por el papa Francisco en la Bula Misericordes vultus con la que convoca la celebración del Año Jubilar Extraordinario de la Misericordia. Termina el punto segundo con esta afirmación "Misericordia es la vía que une a Dios y al hombre, porque abre el corazón a la esperanza de ser amado sin tener en cuenta el límite de nuestro  pecado". 
1.- La vía. El camino de unidad de Dios y el hombre, el motivo, porque es identidad del mismo Dios, por lo que sale de si mismo para venir al encuentro del hombre. Repito lo dicho hace unos días, entregando todo y haciéndose pecado, de ahí que comprendamos mejor el sentido de la misericordia y el perdón al comprobar que el Hijo no viene simplemente a decir o enseñar, sino que se embarra en nuestra condición para rescatar lo que el pecado anula en el hombre. 
Con este camino que se abre, esta peregrinación de Dios hacia el hombre, abre al encuentro del hombre con Dios, la misericordia abre a la unidad, pone al hombre en su lugar, rescata la dignidad propia del que es amado.
2.- Abre el corazón a la esperanza. El encuentro con Dios no es para mayor satisfacción  del hombre sino para que se muestre la gloria de Dios en la vida del hombre. El pecado hace que la visión hacia fuera sea desconfiada, a la defensiva, justificadora de las propias acciones, negativa del encuentro sincero con el otro, buscando la propia satisfacción y aparentando lo que no es. La llamada al perdón es apertura a la vida, dejar que todo se llene de luz y alegría, saber que es Cristo quien nos justifica, posibilitar el encuentro con el otro como un hermano abrirse a la generosidad, olvidándose de si mismo y transparentando sinceridad.
3.- La esperanza en ser amados sin tener en cuenta el límite de nuestro pecado. Esto nos resulta difícil de entender. No solo saber, sino, reconocer y experimentar que el perdón de Dios, que es esperanza nuestra, es más grande que nuestro pecado, que el amor supera nuestro odio, que para amarnos no es necesario más que nosotros. Que el pago por nuestro pecado ha sido la cruz, la redención ya está, y, que se renueva en cada Eucaristía, en la caridad, en la oración, que está a la puerta abriendo su corazón para perdonar, hacer fiesta y celebrar que el que se "había perdido ha vuelto, el que estaba muerto está vivo", pues hijos pródigos somos y el Padre misericordioso no deja de amarnos y perdonarnos.

Nosa Señora da Franqueira, grazas porque ti abriches o camiño da misericordia co teu si á Encarnación do Fillo, grazas porque nos axudas a abrir o noso corazón ao perdón, grazas por estar ao pe da cruz cumio do amor, grazas por axudarnos a entender a vida desde o amor. Grazas nai de misericordia.

Feliz día
Javier Alonso
18-11-15

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