La segunda afirmación que hace el Papa Francisco en el número dos de la Bula Misericordiae vultus es que la Misericordia es "condición para nuestra salvación".
Con el término condición asegura que es irrenunciable, tanto para el que entrega la misma como para el que la recibe. Condición remite a un pacto o alianza. Así Dios no puede renunciar al deseo de que seamos salvos y nosotros no podemos olvidar que somos llamados a la vida en plenitud. En esa Alianza refuerza la confianza de que Él no rompe su compromiso de que es "Dios misericordioso lento a la ora y rico en piedad" y que aunque quebrantemos ese pacto siempre está dispuesto al perdón. Pero ¿qué es condición?. Lo esencial, lo que no podemos obviar. Condición para la salvación es que no podemos olvidar que El siempre actúa con misericordia porque es no puede negarse a si mismo y que nosotros no podemos rechazar el amor.
No podemos dejar de lado el bien que recibimos, ni olvidarlo ni abandonarlo. Es Jesús, que, movido por la misericordia asume el pecado del hombre, se acerca a su dolor, físico e interior, el que acoge, acompaña, sana. Por la misericordia no se desentiende sino que carga sobre sus hombros el pecado de la humanidad, abraza la cruz y rescata lo caído para llevarlo a la gloria. Por misericordia somos llamados a aceptar, abrazar la cruz, amarla, cargar, morir y resucitar con Cristo. En misericordia configurados con Cristo, gozosos de la vida nueva, mostramos el rostro de la misericordia. Es así como no llevamos nuestro amor, sino el amor de Dios, no es nuestro perdón sino el de Dios, no es nuestra paz, sino la del que restauró todas las cosas en Cristo.
Condición es nuestra responsabilidad, asumir nuestras decisiones, afrontar nuestro compromiso. En la misericordia está en juego nuestra vida.
Nosa Señora da Franqueira, axúdanos a acoller a salvación e a facer presente a misericordia.
Feliz día
Javier Alonso
A Franqueira
6-11-15
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