Mateo 10,3-12
1.- No era fácil predicar la esencia de la vida matrimonial en la época de Jesús, no lo fue en la Grecia de Pablo, en la Roma de Pedro, no lo fue en la Edad Media ni en la Reforma de Lutero, ni en la Revolución Francesa, ni en la revolución de los 60. No es fácil para el hombre y la mujer decir que "lo que Dios ha unido que no lo separe el hombre". No es fácil decir que los dos una solo carne. Tampoco en esas situaciones, ni actualmente, es sencillo hablar de castidad, dentro y fuera del matrimonio, de fidelidad, o plantear el celibato o la virginidad. Suena a anticuado, trasnochado y poco moderno.
2.- La vocación matrimonial, consagrada o sacerdotal es una llamada. Es iniciativa del Señor, igual que en la orilla del mar, o en la mesa de recaudadores. Es el Señor quien invita a seguirle. Es vivir en Cristo esposo que entrega su vida por su esposa la Iglesia, que mantiene su fidelidad para siempre y se da por amor. Es vivir en Cristo Buen Pastor que da la vida por sus ovejas y sale a buscar la perdida, que siente compasión. Es vivir en Cristo la vocación bautismal en que el que nos engendró en el Espíritu para una vida nueva nunca falla y permanece fiel.
3.- Decir sí, no es solo gracias a nuestra voluntad y al deseo de estar mejor o sentirme realizado. Decir sí es dejar al Señor actuar. Decir sí en el matrimonio es dejar al Señor que lo que a los ojos de los hombres es imposible... decir sí en el celibato y la virginidad es dejar hacer al Señor, porque para Dios nada es imposible. Es decir sí a la alegría de la fidelidad pues el permanece fiel, es la alegría de la fecundidad pues es fuente de vida; es la dicha de la eternidad, pues nada se reserva para si.
Virxe da Franqueira, Nai e Señora, axuda aos xoves atopar a resposta á chamada do Señor.
Bo día
Javier Alonso
A Franqueira
12-08-16
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