Cuando la madre de Santiago y Juan; bueno en el Evangelio, por dejar clara la linea paterna dice, la madre de los hijos del Zabedeo, que ya son ganas de complicarlo; al acercarse a Jesús a pedirle un puesto importante a sus hijos provoca los enfados del resto de los discípulos.
Pensamientos:
Ahí viene esa pesada, siempre está buscando que si a la derecha que a la izquierda para sus hijos.
No digáis nada que es tía de Jesús. ¿Cómo? Pues sí, resulta que dicen que si es la hermana de María, hija pues de Joaquín y Ana.
Ah pues es lógico que le de algo importante, al fin y al cabo son familia.
Es el clan de los Zebedeos, y ahí está ella dando la cara por sus hijos.
Salomé, dicen que se llama. Pues su nombre significa paz, proviene de Shalom, y sus hijos no salen a ella pues les hemos puesto de mote los hijos del trueno.
Sí, como les pises saltan un momento.
Buenos pues pide, pide, a ver que le dice Jesús.
¿Qué os parece si leemos el texto y nos situamos?
En aquel tiempo, se acercó a Jesús la madre de los hijos de Zebedeo con sus hijos y se postró para hacerle una petición.
Él le preguntó:
«¿Qué deseas?».
Ella contestó:
«Ordena que estos dos hijos míos se sienten en tu reino, uno a tu derecha y el otro a tu izquierda».
Pero Jesús replicó:
«No sabéis lo que pedís. ¿Podéis beber el cáliz que yo he de beber?».
Contestaron:
«Podemos».
Él les dijo:
«Mi cáliz lo beberéis; pero sentarse a mi derecha o a mi izquierda no me toca a mí concederlo, es para aquellos para quienes lo tiene reservado mi Padre».
Los otros diez, al oír aquello, se indignaron contra los dos hermanos. Y llamándolos, Jesús les dijo:
«Sabéis que los jefes de los pueblos los tiranizan y que los grandes los oprimen. No será así entre vosotros: el que quiera ser grande entre vosotros, que sea vuestro servidor, y el que quiera ser primero entre vosotros, que sea vuestro esclavo.
Igual que el Hijo del hombre no ha venido a ser servido sino a servir y a dar su vida en rescate por muchos».
Salomé, puesta de rodillas profesa el reconocimiento de que éste, al que posiblemente conociera ya de pequeño, y quien sabe si María le contase algunas inquietudes de la infancia o juventud, ahora, ella lo reconoce como el Mesías. Le pide lo que nadie le puede conceder, pero ni siquiera el Hijo, un puesto en el Reino. Aquí ella profesa su fe en el Reino de Dios del que tanto habla Jesús. Pues lo que tanto les cuesta reconocer a los discípulos a ella, en su sencillez, con una petición lógica, ya lo hace.
Ella escucha la respuesta de sus hijos, la decisión con la que responden, pero sobre todo, la lección que aprende. Esta mujer, esta madre, escucha "el Hijo del hombre no ha venido a ser servido sino a servir y a dar su vida en rescate por muchos". Y esa lección no la olvida jamás, porque Jesús acaba de anunciar su pasión y unos días más tarde entrará en Jerusalén.
Posiblemente seguiría con ellos para celebrar la Pascua, y ella, junto a María y otras mujeres permanece al lado de la cruz. Ella, con otras mujeres va al sepulcro al alba del primer día y recibe el regalo de que el Reino ya está comenzado en el Resucitado. Lo que ella pidió para sus hijos lo recibe, el primer puesto es ser mensajeros de la alegría del Evangelio. Ella se postró, pidió, y aprendió a ser sierva.
Hoy celebramos a Santiago, hijo del Zebedeo, el pesacdor, el discípulo, el amigo del Señor, el apóstol, el evangelizador, el peregrino, el mártir, el testigo... y ésto también lo recibió de su madre.
Feliz día de Santiago
Xabier Alonso
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