Seguimos celebrado la Novena en Honor de la Virgen. Ayer nos adentrábamos en la alegría, la felicidad, la plenitud de ser madre. Mientras hablaba recordaba a muchas madres, veía a las que estaban en el templo, me dejaba contagiar por la mirada de alegría que brotaba de sus ojos, y, como reafirmaban con su cabeza algunas cosas que iba diciendo. Pero también en mi interior observaba la cara desencajada de madres que sufren, de mujeres que no aceptan ser madres, de mujeres que repudian a sus hijos. Y terminada la Misa, a los pies de la Virgen, cantamos as "boas noites". Me despedía de María con el beso del corazón del hijo que va a su descanso finalizada la jornada, sabiendo, que con una pequeña abertura de la puerta la madre está atenta. Porque el sueño de las madres es frágil, sensible a cualquier ruido, disponible a cualquier necesidad.
Hoy nos alegramos en la alegría de Simeón y Ana. Hoy os invito a ver los ojos cansados, que en los ancianos se hacen pequeños, rodeados de arrugas, con los párpados caídos, pero con el brillo en sus pupilas. Hoy, en la noche de un pueblo, el del Antiguo Testamento, se ilumina la luz de una Nueva Alianza de Dios con su pueblo. Hoy surge en las tinieblas de los hombres, la luz que ilumina a todos los pueblos. Hoy la profetisa Ana habla del niño a todos los que esperaban la Redención.
"CON MARÍA ANUNCIAMOS A LEDICIA DO EVANXEO"
Feliz día
Javier Alonso
A Franqueira
02-09-15
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