domingo, 5 de enero de 2025

SABIDURÍA Y PALABRA

 Hoy celebramos un domingo intermedio entre las grandes solemnidades del ciclo de Navidad. Al escuchar la Palabra de Dios de este día nos puede dar la impresión que son lecturas demasiado elevadas, impersonales, o menos narrativas porque no cuentan ninguna escena del evangelio. Bien. Lo de hoy es un día de contemplación. Escudriñar en lo profundo del Misterio de la encarnación, nacimiento y manifestación del Hijo de Dios en nuestra carne, en nuestra historia y para todos los pueblos y culturas. Así, comencemos por lo que contemplamos con nuestros ojos. En casa, en las iglesias, en distintos lugares, vemos la escena del nacimiento del Señor, Jesús, María y José, y le llamamos Misterio, no porque sea algo que nos de miedo, sino que es la revelación de lo que estaba oculto, la manifestación de la promesa de Dios, es la puerta que se abre a un océano inmenso de la misericordia. El amor es infinito, y a medida que lo vamos descubriendo, o más bien, que se nos va revelando, más se nos hace imposible. Más riqueza de amor más grandeza que se nos ofrece. 

La sabiduría, de la que nos habla la primera lectura, el Verbo, Palabra que nos describe el prólogo de san Juan, no son el conocimiento de cosas y la
acumulación de datos, es una invitación a vivir el encuentro de lo Divino y lo Humano, no desde una óptica individualista, sino en la comunión de vidas con los hermanos, todos llamados a ser hijos e hijas de Dios, engendrados en la verdad y en el amor. La sabiduría, como consecuencia de la presencia actuante de Dios, es luz que nos posibilita el descubrimiento y el discernimiento del mismo Dios. A la mirada mundana, el pesebre puede ser una desgracia de una joven pareja que no tienen donde tener a su hijo, puede ser la desconfianza de unos jóvenes que se pueden quedar de okupas, pueden ser unos fugitivos que huyen sabe Dios de qué... la sabiduría mundana es analista, tiene una lógica de causas y consecuencias, busca razones y razonables respuestas. La mirada de la sabiduría de Dios es imprevisible, puede resultar desconcertante, se construye en la lógica del amor, necesita una respuesta que transforma, rescata lo que no servía, cambia los corazones, establece nuevas relaciones, cambia el orden de las cosas... así los últimos son los primeros en adorar, pues los mensajeros del evangelio son los pobres. Y esta afirmación no se queda en la escena de Belén sino que sigue siendo actual. La mirada que nos revela la sabiduría hace posible el discernimiento de los signos de la presencia y la acción de Dios en medio de un mundo violentado, con dolores de injusticia. La mirada práctica, y ahora el nuestro mundo basado en lo económico, las víctimas son descartes de lo que no produce, son necesarias consecuencias, o las estrategias exigentes programas que priorizan objetivos inmediatos de beneficio. Para la sabiduría de discernimiento Dios está del lado de los últimos y nace fuera de la ciudad. Dónde estás tú?  Donde se coloca la Iglesia, la comunidad cristiana?

El Verbo, la Palabra, se hace carne, toma presencia visible y actuante. Su sonido en el silencio, aunque éste también es comunicación, se convierte ya en presencia. Es la voluntad que se hace expresión y acción, no es el Dios ausente, inerte, desentendido, es la Palabra, el Verbo que dice y hace, porque cuando pronunciamos un sí o un no, nos situamos en una decisión. Si ordeno y mando me coloco en una esfera se superioridad. Si doy gracias o pido por favor, si saludo amablemente... vez estos pequeños detalles y descubrir en la pequeñez y lo sencillo la grandeza de dejar que la palabra sea transformadora. Y así, en un solo sí, de una mujer, se realizó la mayor de las transformaciones, inimaginables decisiones de Dios que desde siglos se venía fraguando: hacerse persona humana, realidad finita, frágil, pobre y débil, necesitada de cuidados. Cual es la decisión de Dios? Hacerse a través del sí de la mujer y hacerse en ella para nosotros. Cambia esto nuestra visión del poder de la palabra que se realiza ya desde lo que no cuenta.

Pidamos a María, Sede de la Sabiduría, que nos ayude a discernir presencia y palabra que Dios pronuncia en el día a día. Que nos ayude a ser respuesta, sí al amor.


No hay comentarios:

Publicar un comentario