Y la muerte es absorbida por la victoria. Ya no hay muros a la esperanza. La muerte, cuando todo sea en plenitud, ya no existe su razón. Destierra los miedos esta esperanza, la meta final está entregada, regalada, por el que ha vencido, Cristo el Hijo.
Hoy celebramos a la mujer, la creyente, la madre, la discípula, la oferente, la siempre inmaculada, la elevada a los cielos porque ha vivido en la generosa entrega, es resucitada pues no conoce la corrupción del sepulcro la que da a luz al Salvador.
Hoy María se viste de gloria e inmortalidad. Hoy la humilde nazarena se siente con los pobres y humildes en la sede de la victoria del amor. María es la Mujer nueva que destierra la desobediencia de Eva y dice sí al proyecto de Dios. María es la Madre que engendra en el Hijo la presencia mortal del eterno, pone a Dios entre los pecadores para rescatarnos y redimirnos. María es Discípula que escucha, guarda, medita en su corazón, ora con la Iglesia a la espera del Espíritu y nos dice "haced lo que Jesús os diga".
Hoy, con María, hacemos camino de victoria. Hoy la mujer vestida de sol da a luz y es desterrado el enemigo.
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