D. Jesús Rodríguez Torrente, simplemente le digo, ha estado usted brillante. Su rostro nos habló de la serenidad desconocida para el incrédulo, su sonrisa delataba un corazón roto pero confiado, su gesto abierto a la esperanza, su voz nos comunicaba mucha paz. Una palabra que traspasó el corazón de los que estábamos en la sala. De vez en cuando el silencio se adueñaba de todos, un silencio que ni se rompía por el tosido típico de un auditorio que está a lo suyo. Hubo momentos en los que era difícil no escuchar la respiración entrecortada. Confieso que tragar saliva era el medio para poder digerir lo que escuchaba.
D. Jesús nos ilustró con una visión de la historia de Iraq que nos llevó hasta los albores de la humanidad, El Tigris, la ciudad de Nínive, Alejandría de Pisidia, nos situaban en un cristianismo que hunde sus raíces en la Antigua Alianza. Una Iglesia que arranca de la predicación de Mateo, una Iglesia afincada en una tierra que ahora le ha sido arrebatada. Nos situó en la complejidad de una mentalidad muy distinta a la nuestra, que en su enmarañada complejidad había logrado a través de los siglos una "pacífica" convivencia que se vio rota por un concepto nuevo que invade lo más sagrado de las personas y se lo intenta arrebatar. No es fácil resumir en poco más de una hora lo que está quitando la vida y la libertad, la tierra y la esperanza a todo un pueblo. Pero D. Jesús lo logró con maestría.
Necesito rectificar, un intento de arrebatar, porque una cosa me quedó clara, que por mucho que lo intenten no le arrebatarán la vida, y vuelvo a rectificar, la VIDA. Sí, con mayúsculas. El testimonio de este sacerdote nos dejó bien claro que estamos los que estamos perdiendo la vida somos nosotros que hemos cedido nuestra libertad y nuestra fe a cosas, muchas cosas, y que ahora resulta difícil sabernos liberados.
Cientos de miles de cristianos han sufrido muerte, despojo, humillaciones, secuestro, violaciones, destierro, miseria, pero no le pueden arrebatar la dignidad, la fuerza de la fe, la esperanza. Nos decía D. Jesús cuatro notas que ha descubierto: Una Iglesia amenazada, una población sin cobertura de ningún tipo, que se quedan sin nada, y que lo que nunca van a perder es su fe.
Una fe que les hace ser generosos en la miseria y en el dolor de la violencia prestar ayuda médica a los mismos musulmanes. Queridos es el testimonio de los creyentes, es la vitalidad de una Iglesia que nos descubre nuestra fragilidad. Ellos nos están ayudando a nosotros con su fe.
Os invitamos a que seamos generosos y colaboremos con el proyecto diocesano de solidaridad con los campos de refugiados. Os facilito los datos de una cuenta abierta. Gracias.
Gracias D. Jesús
Se
ha abierto una cuenta para este gesto, es en ABANCA con el título
“Caritas cos refuxiados” y su número es IBAN ES39 2080 5000 6830
4030 0568
Javier Alonso Docampo
Javier Alonso Docampo
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