Queridos Hermanos y Hermanas. Con el gesto sencillo pero cargado de simbolismo, de la imposición de la ceniza el miércoles pasado, hemos iniciado el tiempo litúrgico de la cuaresma. 40 días que nos invitan adentrarnos en el desierto de nuestro propio corazón. Una experiencia atrevida que sólo por el impulso del Espíritu, como escuchamos en el evangelio que lleva Jesús a permanecer durante 40 días inaugurando esta experiencia de oración y ayuno que potencia la fuerza necesaria para vencer las tentaciones. No podemos ser ingenuos creyendo que no somos tentados. Cada día sufrimos los atractivos del poder, de la vida fácil, de la comodidad, del orgullo, de la vanidad, que llevan consigo violencias, enfrentamientos, desigualdades, y que nos llenan de miedos, vacíos, inseguridades.
La cuaresma
es además esa oportunidad de desterrar de nosotros todo aquello que impide a
vivir la autenticidad. Cuanto más nos llenamos en nuestra exterior más vacío
sentimos en nuestro interior. Cuanto más nos preocupamos de lo superficial más
inseguros no sentimos en lo importante y fundamental. Cuanto más nos aferramos
a las satisfacciones inmediatas y a las relaciones superficiales más alejados
nos encontramos de relaciones auténticas. Cuanto más nos sentimos seguros de
arreglar nuestros propios problemas y creer superadas las dificultades por
nuestras solas las fuerzas más nos alejamos de los problemas de los demás y nos
insensibilizamos del dolor de los hermanos.
La cuaresma
es un camino de libertad en la que Dios quiere renovar su alianza con nosotros.
Iremos paulatinamente descubriendo la riqueza de este pacto de amor hasta que
llegados a la cumbre del calvario podamos contemplar la sangre derramada como
signo de la nueva y definitiva alianza en la que somos rescatados y liberados. Rescatados
de la muerte y liberados de las ataduras que aprisionan nuestra esperanza. Sólo
desde el amor podemos comprender este deseo inmenso de Dios de llevarnos a la
vida.
La cuaresma
es un camino de conversión. Estamos viendo cómo las nuevas tecnologías sacan continuamente
modelos cada vez más preparados para distintas acciones. Teléfonos que
funcionan como pequeños ordenadores y que parece que queda oculto su primitivo
destino que era simplemente llamar y responder a las llamadas. Y cada vez la
comunicación se hace más compleja y las voces de las personas con las que nos
comunicamos quedan ocultas bajo la presión de miles y miles de mensajes, de
videos… La conversión es recuperar la versión más original que no quiere decir
que esté agotada o que ya no tenga interés, sino que es la versión que va hacer
posible recuperar aquello para lo que estaba diseñado. La cuaresma es recuperar
tu auténtica versión llena de belleza, de alegría, de ilusión… Todo aquello
para lo que hemos sido creados para vivir en el amor manifestando el verdadero
amor.
A lo largo
de estas semanas se intensifica en nosotros el deseo de Dios. Lo hacemos a través
de la escucha de la Palabra, de la oración, de la renuncia y el sacrificio, y
una vida en caridad comprometida con los más pobres.
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