Queridos amigos y amigas los textos del evangelio estos domingos nos mostraron las disputas y encerronas que los diversos grupos sociales y religiosos argüían en contra Jesús buscando la forma de poder acusarlo doctrinalmente. El comienzo del capítulo 23 de Mateo deja bien claro que Jesús nos enfrenta la doctrina si no a la incoherencia. Los que interpretaban las escrituras y se hacían legisladores del pueblo vivían en una actitud contraria a lo que mandaban. Jesús, maestro y guía, llamada a los discípulos a hacer de su vida testimonio de lo que Dios infunde en el corazón de las personas. Se conjuga de esta forma el deseo de Dios de hacer presente y su reinado en este mundo con el pensamiento, el afecto y la voluntad del hombre, que como discípulo se hace palabra vida, misericordia y consuelo del que sufre, alabanza de la obra de Dios y presencia de su amor.
El papa
Francisco nos recuerda en muchas ocasiones que testimonio cristiano, de palabra
y obra, su coherencia, es la mejor forma de evangelización.
La fe que
profesamos nos llama continuamente a visibilizar el reino de Dios siendo artesanos
de paz, heraldos de la verdad, iconos de caridad, manifestación de la unidad,
testigos del perdón, que se realizan en el día a día y en nuestras opciones más
fundamentales. No puede residir en nuestro corazón ni el odio ni la violencia,
ni la mentira ni la vanidad, ni la división ni el rencor, pues todo esto va en
contra del discipulado de Jesús. Como siervos debemos invocar cada día la
fuerza del Espíritu Santo para que derrama en nuestras en nuestros pensamientos,
afectos y acciones la humildad de dejarnos hacer por su amor. La incoherencia
de nuestras vidas puede convertirse en un arma que mata el evangelio que pueda
estar naciendo en el corazón de los que no creen.
Pidamos al
Señor que nos ayude a ser evangelio vivo, buena noticia alegre y constructores
decididos de su reino. El criterio de discernimiento para serlo es la disponibilidad para ser servidores como Jesús. La humildad es nuestra seña de identidad, La alegría nuestra actitud. La fuerza el amor.
Agradecimiento, humildad, alegría, dan como resultado el abandono y por tanto la disponibilidad a la voluntad de Dios para con nuestra vida.
ResponderEliminar¡ Conviértenos Señor, y nos convertiremos!