domingo, 22 de octubre de 2023

DEVOLVED A DIOS LO QUE ES DE DIOS


 Queridos Hermanos y Hermanas. A lo largo de este año hemos contemplado la vi de la palabra de Jesús a través del evangelio de Mateo. Estamos en la recta final. Queda un mes para que finalice el año litúrgico. Estos domingos pasados hemos contemplado a través de las parábolas la confrontación de Jesús con los sumos sacerdotes, los ancianos del pueblo, los escribas y fariseos. Estas parábolas están pronunciadas después de la entrada triunfal en Jerusalén y de la expulsión de los mercaderes del templo. Ese paso previo a esa condena a muerte que llevará al Hijo de Dios a entregar su vida por todos. Los domingos que restan hasta la solemnidad de Jesucristo rey del universo nos abrirán una perspectiva de la culminación del amor como ratificación del reino de Dios que él anuncia.

El ambiente está muy caldeado y los que aparentemente son enemigos entre sí, los fariseos y los herodianos, esto es, los contrarios a la sumisión al imperio romano y los que eso títeres del mismo, se ponen de acuerdo no únicamente para saber de qué lado está Jesús si no como denunciarlo y acusarlo o bien de traición o de colaboracionista.

Jesús trastoca sus intenciones y desvela su hipocresía. Deja bien claro que su mensaje es superior a las intencionalidades de los hombres.

La imagen del emperador Tiberio en la moneda del denario y su inscripción es una proclamación de la divinidad del emperador. Es él que está por encima de todos los demás e impone su voluntad. La respuesta de Jesús “devolver al César lo que es del César” es una prerrogativa para que el hombre se pregunte cual es la relación que se establece en el ámbito social. En una sociedad en la que imperaban las desigualdades nos sitúa ante una visión de que Dios, que es Padre providente y que cuida de todas sus criaturas, que no abandonar sus hijos y que tiene todo poder cambia el modelo para situar nos en una actitud de servicio. La auténtica imagen que revela el destino del hombre es el ser imagen de Dios. Todos somos hijos de Dios, no solo el emperador ni el que ostenta el poder, todos somos herederos en el Hijo y llamados a ser servidores en el amor.

En una sociedad como la nuestra en el que imperan los criterios económicos, los beneficios y los éxitos y el poder, en muchas ocasiones la persona se ha convertido en una moneda de cambio, el precio a pagar para poder seguir en la cúspide. Es Jesús quien viene a situar a la persona en el centro, no como un instrumento, sino como protagonista de la construcción del reino de Dios. Un reino en el que tiene unas relaciones fraternas que establecen que todos nos cuidemos mutuamente, fortalezcamos a los débiles en una actitud de servicio y disponibilidad, rescatemos a los que viven situaciones de sufrimiento, evitemos toda violencia citada división, seamos constructores de la paz y puestos al servicio del bien común se considera que a nadie le falte lo necesario para vivir dignamente.

Seguimos orando insistentemente por la paz. No perdamos la esperanza a pesar de que tantas veces vemos como la humanidad es contraria a los principios básicos que Dios ha puesto en su corazón.

En este domingo oremos también por las misiones, los misioneros y misioneras, que llevan el mensaje del evangelio y de la belleza de darle a la persona su dignidad de hijo de Dios.

 

1 comentario:

  1. Muy bueno hacer presente el momento litúrgico que estamos viviendo. Gaciñas

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