domingo, 12 de diciembre de 2021

VEN AL DESIERTO AMADA MÍA

 


Y aquella gente, en tropel, se lanzaba al desierto. Y no buscaban oro, ni petróleo, que no se conocía, ni piedras preciosas... buscaban respuestas. Sus corazones, sus vidas, hartas de palabrerías y saciadas de cosas, pero faltas de libertad, no solo la que les quitaba el imperio de Roma sino la de saberse pueblo de Dios y estar sometidos a las ataduras de las miserias del pecado. ¿A quién buscaban? A Juan, el Bautista. Un hombre, raro donde los hubiese, vestido de piel de camello, seguramente seco como un palo, que comía langostas de tierra y decía cosas extrañas. Pero es ese, el profeta, porque abre el camino a la espera, al encuentro.

Y aquella gente buscaba respuestas, y les habla, como escuchamos hoy en el evangelio de Misa, de compartir, de justicia y de honestidad, de tiempo de purificación, de quemar lo que no sirve y de recibir la Buena Noticia. 

Y hoy, ¿sales al desierto a buscar en el silencio? ¿a quién escuchas? ¿al que te calienta el oído con lo que quieres oír? ¿a qué esperas? ¿a quién esperas?, ¿para cuando vas a quemar lo que ya no sirve y estorba? No pienses en cosas, que hay muchas, piensa en tu corazón que está lleno y vacío.

Ven al desierto amada, dice la  escritura. Te llevaré, te hablaré al corazón, te seduciré. Ven amada. Y es el Señor quien llama, nos llama.

Restan pocos días para la Navidad. Ya empiezan a sonar himnos y cantos de alegría, y hoya salta de gozo Jerusalén que viene tu Rey. Ahora es el momento, llega el tiempo de la espera, del encuentro, del gozo y la novedad, de lo que suena a música de amor.

Feliz domingo

Xabier Alonso 

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