Jesús rompe los formalismos de las costumbres que vacían de contenido la vida y hacen del comportamiento una mera escenificación para aparentar y quedar salvados por el cumplimiento de la ley. El fariseísmo es muchas veces denunciado, y acaba de ser la gota que colma el vaso. La escena anterior al texto de hoy es la llamada a Mateo, publican, pecador, cobrador de impuestos, vamos "una joya" a los ojos de los puritanismos de los más radicales, y despreciable socialmente por la fama que tenían de aprovecharse de su situación para beneficio propio. El caso es que Mateo lo deja todo ante la llamada de Jesús, y entra en su casa, se sienta a la mesa con los pecadores y proclama, ante las críticas de los fariseos la misericordia de Dios que lo ha enviado a sanar, a perdonar. Esto es la fiesta del perdón.
Pero los discípulos de Juan Bautista tienen una visión más rigorista si cabe, un ascetismo propio de los que se despojan de todo, en esa dinámica de la penitencia.
A tanto a unos como a otros la respuesta es semejante, han llegado los nuevos tiempos, ya está aquí el Mesías. O sea, que el programa de salvación se está cumpliendo "a los pobres se les anuncia la Buena Noticia, los ciegos ven, los muertos resucitan". El ayuno llegará cuando sea arrebatado, la tristeza se adueña de los discípulos en la pasión. Pero todo, todo, absolutamente todo, está iluminado con el fuego de la resurrección y el don grandioso del Espíritu.
Hoy es día de abstinencia. Nuestros ayunos no buscan simplemente que seamos mejores, sino nuestra fortaleza en los miedos que nos asedian, en las pruebas de la vida. Pero no olvides que el Señor hace nuevas todas las cosas y la nueva ley es la del amor, que nos obliga en nuestro interior a ayunar de las actitudes que son impropias: desprecios, desigualdades, palabras que matan, celos, envidias, miradas y pensamientos. Ayunemos de lo que nos harta pero no alimenta, de lo que emborracha pero no sacia, de lo que divierte pero no hace feliz, de lo que adormece pero no renueva, de lo que nos embelesa pero no embellece, de lo que nos reúne pero no une, de lo que nos complica pero no nos compromete, de lo que nos serena pero no da la paz.
Xabier Alonso
Lectura del santo evangelio según san Mateo (9,14-15):
EN aquel tiempo, os discípulos de Juan se le acercan a Jesús, preguntándole:
«¿Por qué nosotros y los fariseos ayunamos a menudo y, en cambio, tus discípulos no ayunan?».
Jesús les dijo:
«¿Es que pueden guardar luto los amigos del esposo, mientras el esposo está con ellos? Llegarán días en que les arrebatarán al esposo, y entonces ayunarán».
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