sábado, 3 de agosto de 2019

¿QUÉ TIENES QUE TE PUEDAS LLEVAR?

Que pena. Vidas rotas por tener, poder, olvidando ser.
Una tentación, la e la codicia, de la cual no estamos ninguno fuera de peligro. No es fácil aceptar, amar y servir en pobreza, en austeridad, viviendo de lo necesario. El evangelio, para leer este domingo con calma, es una llamada que golpea la opulencia de nuestro estilo de vida. Si hace unos días saltaba la noticia del gasto planetario, en el cual ya estamos en deuda con nuestra casa, viene a reclamar una mayor atención a qué estamos dedicando nuestra vida. ¿Quién consume los recursos del planeta?   ¿Acaso son los pobres?. Si no tienen nada!!!
El necio de la parábola se plantea lo que cada uno de nosotros tenemos en mente, almacenar, descansar, invertir, sacar mayores beneficios. No habla es hombre de compartir, ayudar a otro a desarrollarse, buscar beneficios comunes, dejar que la tierra repose o buscar otros cultivos. O sea, que tampoco estamos tan lejos del pensamiento necio del que acaba en la tumba.
La pregunta de Jesús, hoy no podemos casi ni formularla. ¿Para quién quedará lo que has acumulado?. Pues, si le damos un carácter universal, ¿acaso dejaremos algo acumulado o ya nos encargaremos de gastarlo todo?. Y ante esa sentencia muy usada ¡qué mundo dejaremos para nuestros hijos! a mi realmente me preocupa que hijos dejaremos para que sepan cuidar este mundo.
La doctrina de la Iglesia nos recuerda continuamente, y ahora de forma urgente el Papa Francisco, que el dinero, el poder económico, si no son usados adecuadamente nos esclaviza y crea desigualdades e injusticias. No nos engañemos, ya estamos agarrados por una dinámica de poder que nos provoca los males que han asolado esta casa en la que vivimos. No somos el centro del universo, ni somos eternos, ni lo conquistamos y conseguimos todo. Creer lo contrario es vanidad. No somos los mejores ni los buenos, no somos los más entregados ni los más solidarios, eso es vanidad. No somos los más humildes ni siquiera los que mejor comprenden, eso es vanidad. No somos los más, eso es vanidad. Porque, esta noche, sal a la ventana, mira el cielo, contempla el universo que se esconde detrás de los millones de estrella, y si puedes, deja que un sano pensamiento salga de tu interior y hazlo palabra. Porque el Creador pronuncio palabra de vida y se hizo futuro, de la muerte de nuestra vanidad nacerá un camino de humildad.
Si nacemos en la humildad de un horizonte de luz en el Resucitado, entonces, ¿qué nos llevaremos? Vida. La vida vivida en la esperanza que ensancha y nos llena de un futuro no lejano. ¿Qué llevas? Tú mismo, en todo lo que has recibido, en todo lo que eres, en todo lo que sientes y vives.
Feliz domingo



Lectura del santo evangelio según san Lucas (12,13-21):

EN aquel tiempo, dijo uno de entre la gente a Jesús:
«Maestro, dije a mi hermano que reparta conmigo la herencia».
Él le dijo:
«Hombre, ¿quién me ha constituido juez o árbitro entre vosotros?».
Y les dijo:
«Mirad: guardaos de toda clase de codicia. Pues, aunque uno ande sobrado, su vida no depende de sus bienes».
Y les propuso una parábola:
«Las tierras de un hombre rico produjeron una gran cosecha. Y empezó a echar cálculos, diciéndose:
“¿Qué haré? No tengo donde almacenar la cosecha”. Y se dijo:
“Haré lo siguiente: derribaré los graneros y construiré otros más grandes, y almacenaré allí todo el trigo y mis bienes. Y entonces me diré a mí mismo: alma mía, tienes bienes almacenados para muchos años; descansa, come, bebe, banquetea alegremente”.
Pero Dios le dijo:
“Necio, esta noche te van a reclamar el alma, y ¿de quién será lo que has preparado?”.
Así es el que atesora para SÍ y no es rico ante Dios».

Palabra del Señor

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