domingo, 3 de febrero de 2019

PROFETAS DE UN MUNDO NUEVO




El texto del evangelio de hoy enlaza con el final del domingo pasado. 
"Hoy se cumple esta Escritura que acabáis de oír"
Y esto provoca pasar de la expectativa, de la posible admiración esperando que diga y haga lo que sus convecinos desean, a la repulsa y el rechazo por lo que acaban de oír. Jesús les anuncia que el perdón, la misericordia, la liberación, la vida es para todos.
¿Cómo?, y nosotros también lo pensamos, ¿Dios no es para los buenos?, ¿para los que se lo merecen?
Y, lo que llega a decir!
Claro que ellos se habían olvidado del episodio de la viuda de Sarepta, una extranjera escogida por Elías para revelar la dicha de confiar en la Palabra del Señor. También que fue a un leproso, también no judío, a quien Eliseo liberó de la lepra.
¿Para quién viene Jesús?
Hombre, pues ya que estás, podrías hacer algún milagro entre los tuyos, los que te conocen desde pequeño. 
¿Y no vas a ayudar a los que estudiaron en su infancia contigo en la sinagoga?
¿Ni a los que iban a encargar trabajo al taller y que te pagaron para darte de comer? 
¿Qué clase de profeta es este que no tiene en cuenta los méritos de los suyos?

El profeta no es el que predica cosas muy hermosas, o revelaciones muy radicales de las que después se desentiende. Estamos en los tiempos en los que se nos comunica lo que queremos oír. Jesús no es populista, no lidera un movimiento que simplemente dice ideas... Jesús es anuncio y presencia de los nuevos tiempos. 
La palabra perdón es sanación del corazón y la vida del hermano.
El anuncio de la libertad es pagando el precio con la entrega de la vida
Abriendo los ojos siendo luz en medio de las tinieblas.
Levantando de la postración para caminar guiando al futuro.

Nosotros, por el bautismo, somos llamados a vivir la dimensión profética de la fe. Somos pueblo profético, anuncio de un mundo nuevo, grito unido a los que padecen, esperanza de los que caminamos.

feliz domingo
Xabier Alonso
03-02-2019




LECTURA DO SANTO EVANXEO SEGUNDO LUCAS
            Naquel tempo, empezoulles a dicir Xesús na sinagoga:
            ‑ Hoxe cúmprese diante de vós esta pasaxe da Escritura.
            E todos se lle puxeron á contra, estrañados polas palabras de graza que saían da boca del. E dicían:
            ‑ Pero non é este o fillo de Xosé?
            El díxolles:
            ‑ Seguramente me recordaredes aquel refrán: Médico, cúrate a ti mesmo; todo canto oímos que fixeches en Cafarnaúm, faino aquí na túa terra.
            Pero el continuou:
            ‑ Asegúrovos que ningún profeta é ben recibido na súa terra. Tede por seguro que no tempo de Elías había moitas viúvas en Israel, cando o ceo estivo pechado durante tres anos e seis meses e unha gran fame anegou todo o país; e a ningunha delas mandaron a Elías, senón a unha muller viúva de Sarepta, en Sidón.
            E moitos gafos había en Israel no tempo de Eliseo, o profeta, e a ningún deles curou, fóra de Naamán, o sirio.
            Oíndo estas cousas, todos os que estaban na sinagoga puxéronse feitos unhas feras; así que, erguéronse, botárono fóra da vila, levárono ata o alto do monte no que está edificada, coa intención de o precipitaren embaixo. Pero el botou a andar polo medio deles e marchou.

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