Estos días, entre días de fiestas y vendavales varios, entre turrones y polvorones y lluvias torrenciales, pasé un rato dándole vueltas a como se celebran estas solemnidades. Tengo que reconocer que no me siento asediado, como la gran mayoría, de campañas publicitarias, luces y cansinos villancicos en megafonías estridentes. El silencio de la montaña impide que sea profanado por tanta "contaminación". Pues en este silencio yo pensaba en las familias reunidas la nochebuena dispuestas para un majar exquisito y lleno de sabores, la inmensa mayoría, ajenos al motivo por el que se celebra esta fiesta. Sentados para cenar familias, a veces extraños en su propia casa, pues deshabituados a comer juntos no saben muy bien por donde dialogar. Con excepción de la pantalla, tanto del televisor como de los nuevos medios, que marcan y mucho el ambiente. Hace unos años me escandalizaba que se optase en esta noche por otras maneras, hoy me parece lo más natural. Son vacaciones de invierno para la gran mayoría, ajenos al nacimiento del Señor. Con el agravante de que este año la falta de nieve a restado opciones posibles. Y yo pensaba en aquellas primeras celebraciones del sol invicto en el imperio romano, en que, las comunidades cristianas se reunían recordando que quien venía a salvarnos no es el emperador, sino el mismo Dios, Cristo Jesús, el Sol que nace de lo alto. Mientras el imperio honra a sus dioses, los cristianos hace memoria de lo que cambia el rumbo de la historia. Ahora, mientras el imperio del hombre, centrado en si mismo, aún satisfecho por la solidaridad y el sentimentalismo navideño, se complace y se autoconsume, el cristiano de a pie, el que es motivo a veces de irrisorios comentarios jocosos, va al templo con sus hermanos y canta alegre el misterio de Belén.
Por favor devuélvannos la Navidad, no es de las cadenas hoteleras, ni de los paquetes turísticos, ni de las marcas de colonias. Por favor, estoy cansado de que adulteren lo que no les pertenece, es de los cristianos. Ahora que vuelven una y otra vez a sonar trompetas de laicismo, por favor, no se aprovechen los que no creen de lo que no les pertenece. Es verdad que no lo queremos esconder, os entregamos el Niño Dios para que contemplen la gloria del Señor. Si lo desean vengan con nosotros y postrémonos unidos ante el Salvador del hombre, el Dios humanizado que hace al hombre divino. Pero por favor nuestro Dios, el Dios de la ternura misericordiosa, no es moneda de cambio, no es negocio, no es escusa para beneficios. Y posiblemente diga lo mismo de la tan usada Semana Santa.
Os pongo algún enlace para que os acerquéis a la historia del inicio de las fiestas de la Navidad.
Un abrazo y feliz día.
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