JESÚS TIENE RAZÓN
Y lo que Jesús razona está fuera de todas las perspectivas razonables que nos planteamos las personas de a pie. Hoy el evangelio nos habla de bienaventuranzas. Comenzar un discurso proclamado bienaventurados, felices, dichosos... es un buen inicio. Uno espera la fórmula secreta de la felicidad. Pero Jesús no es un sabio al uso ni el evangelio es un libro de autoayuda. Bienaventurados... y pensamos en éxito, poder, riqueza, prestigio, honores, despreocupaciones, comodidades, satisfacción, placeres, dinero y cosas, y más cosas, no solo las materiales, sino el control sobre el todo, desde lo propio, como así de las personas. Y bienaventuranza es influencia, poderes y más poderes. Nos hacemos esta idea desde una perspectiva concreta de la historia y del mundo haciendo que los que no tienen, no valen, no pueden... llevan anexo ser tristes, desgraciados y solo un golpe de suerte puede cambiar su destino.
Pero la realidad es bastante distinta. Los de la parte de arriba del globo terráqueo lo vamos teniendo todo y queremos más, lo deseamos todo y esperamos menos, los buscamos todo y no nos encontramos, lo podemos casi todo y nuestro interior está insatisfecho, porque entendemos la vida como una conquista y no un don, una carrera de obstáculos y no un reto y una oportunidad, porque lo vemos todo como una posesión a estar en la cumbre y no como un itinerario de servicio.
Y Jesús tiene razón que los bienaventurados son los pobres, porque estamos llamados desde la pobreza, el desasimiento, el vacío en clave positiva a descubrir la riqueza del don del amor, del encuentro, pues antes de que nosotros podamos pedir algo ya el Señor se nos ofrece para estar con nosotros y ofrecérsenos él.
Y Jesús tiene razón en que la felicidad está en que las lágrimas se derraman como signo de amor, que el consuelo viene del corazón inmenso de Dios, que el nuestro no puede ser de piedra pensando que se es más si eres inmune al dolor.
Y Jesús tiene razón porque se suponía que en el viejo continente y los que hemos forjado la fe cristiana desde siglo, estos países de antigua tradición, seríamos los más felices y bienaventurados, pero dando un vistazo veo mucha tristeza y vacío, escucho muchos lamentos estériles, mucha muerte con patas que anda por el mundo sin rumbo, mucha insatisfacción.... y todo sin Dios, porque este Dios que nos muestra la Iglesia, esta palabra no es útil, no resuelve, no es efectiva, no da soluciones.
Nosotros, los de la vieja escuela, de fe heredada se ha convertido en muchos lugares en una fe apolillada, un frío interior. Hace unos días en un programa de radio trataban el tema del suicidio, y un psiquiatra hizo una afirmación "nos han robado la esperanza". Estamos en el jubileo del 2025 como peregrinos de esperanza. Cuando Jesús nos plantea las bienaventuranzas nos insiste en vernos en perspectiva de futuro y nos deja una perla al final del texto de este domingo ¡Ay si todo el mundo habla bien de vosotros! No deja de sorprenderme.
Cada día ponemos nuestra vida frente al espejo de la Mujer, María, la bienaventurada, la que le llamamos feliz, bendita entre todas las mujeres. No tuvo una vida fácil, pero es feliz, plena.
Feliz domingo