Resulta recurrente acudir al texto de la expulsión de los mercaderes del templo para justificar las críticas a los desmanes entre religión y negocio. Lo mismo sucede con el texto de "a Dios lo que es de Dios y al César lo que es del César" para poner palabras de Jesús a la separación entre Iglesia y Estado, entre política y religión, entre creyentes y sociedad.
Dejadme que hoy sea autocrítico y permítanme que también pueda expresar situaciones que no me gustan y que nos atañen a los creyentes, porque no somos fieles a lo que nos pide el evangelio, y a los no creyentes, porque en muchas ocasiones es motivo de escándalo y aleja de toda posibilidad de abrazar la fe, pues si los que la profesamos no lo hacemos de forma realmente vital y alegre, ¿ quién se apunta a esto?. Bien es cierto que todo es debido a la Gracia de Dios, pero también es responsabilidad nuestra.
¿Cuándo podemos hacer de la religión un negocio o un comercio?
- Cuando perdemos la perspectiva de la fe y nos mundanizamos haciendo de la Iglesia, no una comunidad de hermanos, sino una asociación o una institución y en lugar de buscar la voluntad de Dios aunamos voluntades que nos ensalzan a nosotros.
- Cuando nos marcamos objetivos de supervivencia o de mantenimiento para que esto no se hunda.
- Cuando nos "casamos" con el "poder" para no quedar mal, o sacar beneficios y no crear conflicto.
- Cuando renunciamos a buscar la verdad y nos entretenemos en buscar éxitos.
- Cuando estamos alejados de la realidad y nos ponemos ha hablar de cosas divinas sin pisar en el suelo.
- Cuando en lugar de transmitir fe y confianza en el amor del Padre se crea temor, superstición y hacemos depender al hombre de incógnitas en que la fe se convierte en lo irrazonable e incomprensible y el oscurantismo de lo que no se sabe.
- Cuando nuestro dios no es el de Jesucristo, sino, el del dinero, el éxito, el poder, el prestigio, el honor, perdiendo el amor a la pobreza, abandonando la austeridad, dejando la providencia sin trabajo, matando la humildad, dejando de ser siervos para hacernos señores
Esto, aún a pesar de lo que crean algunos de los lectores, no es una denuncia al estamento clerical solamente, sino abierta a todos, porque
- ¿Quién no ha convertido su relación con Dios en un negocio de favores, me das y yo te doy, me ayudas y yo te prometo?
- ¿Quién no ha abandonado la oración, o la vida sacramental, haciendo de la fe un ritualismo vacío que va aumentando el riesgo de estar viviendo en un mundo mágico?
- ¿Quién no ha preferido el dejarse llevar por una fe de milagros y fenómenos extraños, a razonarla, formarse y conocer?
- ¿Quién no ha dejado pasar las oportunidades de hacer el bien por el simple hecho que nos complica la vida?
- ¿Quién, en algún momento, no ha pensado en esto de los mandamientos y las normas es un rollo y una carga pesada y quiero ser libre?
Creo , por desgracia, que mayor o menos medida, si configuramos el ámbito de la fe a nuestros gustos o pareceres, estamos manipulando a nuestro beneficio, y eso, es un comercio.
Y ahora es cuando retomo los texto del Evangelio. El primero, la expulsión de los mercaderes del templo, Jesús les dice "habéis convertido la casa de mi Padre en una cueva de bandidos". Pues bien ¿cual es la casa del Padre?, ¿dónde habita Dios?. Cuando David tenía la pretensión de construir el Templo de Jerusalén, Dios lo bendijo con la promesa de que en su casa habitaría el Señor. En su descendencia estaría el templo eterno. Jesús, el que "destruye el templo y lo reconstruye en tres días", le devuelve al hombre la dignidad de ser "templo de Dios" en que habita con toda su fuerza. Por eso, desalojar a los comerciantes, es expulsar todo aquello que está comerciando con el hombre haciéndolo esclavo. ¿Cuántos se benefician de los sufrimientos de los más débiles, de los inocentes, de los pobres?, ¿cuántos esclavos más tiene que haber?, armas, prostitución, niños soldados, niños esclavos, drogas, alcohol, terrorismo, violencia doméstica ¿es que acaso Dios no habita en ellos?. Es más "cuando a uno de estos le hicisteis el bien a mí me lo hicisteis"dice Jesús.
"Dad al César lo que es del César y a Dios lo que es de Dios" es la segunda frase. La moneda que estaba Jesús viendo tenía grabado el rostro del César y con la leyenda de su divinidad. ¿A quién quieres adorar?. Los dioses y señores de este mundo van y vienen, y vuelven con sus "verdades" que nos intentan convencer de su producto como el mejor, cuando se ha convertido la política, la cultura, el ocio, lo humano en un intercambio de comercio al mejor postor y al mejor beneficio. Cuando la economía, la política, la cultura, el ocio, lo que busca es beneficio, pierde a la persona de su horizonte y se convierte en un comercio.
Quiero dar un paso más e invitaros a la corresponsabilidad, al trabajo en comunidad, a la búsqueda de la voluntad del Padre, a adorar al Señor en espíritu y en verdad, en postrarnos al servicio del más pobre, a abandonar toda pretensión de poder. a ser en definitiva más fieles al evangelio.
Feliz día
Javier Alonso
A Franqueira
27-05-17