Hay un detalle en los textos del Evangelio y que nos muestran la capacidad de Jesús para la Misión. Es su dedicación al trabajo. Sin descanso, prácticamente, pasando noches en oración, acoge, escucha, se dedica a las personas, alienta, anima, cura, enseña, guía a sus apóstoles, dialoga con los dirigentes del pueblo, discrepa con los fariseos o con los escribas. No sabemos la mayor parte de lo que hizo, sobre todo en su tiempo en Nazaret. Además, con urgencia, sale de un lugar a otro visitando las aldeas y pueblos. Este carácter itinerante y libre da una visión dinámica de la misión y de Jesús, que nos es, ni mucho menos, esa imagen que nos tienen acostumbradas las películas que lo muestran con una lentitud en sus palabras que resulta muy "pastel".
Lo que no he encontrado es que Jesús se agobiase. No se le ve nervioso por no poder hacerlo todo, sino que, con la serenidad que da la confianza en el Padre, lleno del Espíritu, anuncia y denuncia, se conmueve y le duelen los sufrimientos de los hombres, se enoja ante la hipocresía y la injusticia, le disgusta la utilización de la fe para beneficios personales o la manipulación de la Palabra de Dios. Todo, un abanico grande de posibilidades, pero agobiado no le encuentro. Porque no se busca a sí mismo, sino que piensa en los demás y en el Reino.
Lo veo y me sorprende también esto cuando leo la vida de algún santo o santa. Con los mínimos medios, pero a base de trabajo y tesón, con la oración, como guía la palabra, con el alimento de la Eucaristía, sintiendo la Iglesia, afrontando los problemas, alentado por el Espíritu, fieles a la llamada, con poco o nada, levantaron obras inimaginables para los ojos de los hombres. Los miles de kilómetros de infinidad de misioneros, los colegios de tantos fundadores, hospitales, centros, infinidad de obras que hacen que se haga realidad lo que decía Jesús "vosotros haréis cosas aún mayores". ¿Cual es la clave?, no poner el centro en uno, sino en el Señor, en la misión. Fijémonos en la parábola del sembrador, las semillas que no crecen y dan fruto son las que no están afianzadas en tierra, las que se ahogan en los bienes de este mundo y en los agobios.
Cuando me veo agobiado, entonces, algo está fuera del Señor.
Nosa señroa da Franqueira, axúdanos a descansar no corazón de teu Fillo e a fortalecernos na fe.
Feliz día
Javier Alonso
A Franqueira
13-01-16
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