Hoy celebramos la Solemnidad de Jesucristo Rey del Universo. Finalizamos el año litúrgico y culminamos el camino en el que nos ha acompañado el evangelio de Marcos y, en alguna etapa, San Juan, como lo hace hoy. Proclamamos a Jesús Rey, y ¿qué significa esto? Pues lo vamos a ver con San Juan. Permitidme una breve exposición para situarnos.
San Juan inicia de forma sorprendente la misión de Jesús, después de la Revelación en las bodas de Caná, se dirige con sus discípulos a Jerusalén. Entra en el Templo cuando se van a celebrar las fiestas de Pascua y expulsa a los vendedores y comerciantes, denuncia el uso del templo para como "mercado" la casa del Padre, revela el signo de la construcción del tempo en tres días, anunciando la Pascua verdadera.
Esta escena nos ayuda a comprender que la revelación de Jesús hará progresivamente que lo conozcamos y que nos conozca, que lo amemos pues nos amó primero, que le sigamos porque nos llamó. ¿a quién seguimos? Al que es Palabra, Verbo hecho carne; a la luz que ilumina en medio de tinieblas; el que desciende del Padre; el que es Resurrección y Vida y se enamora de la vida devolviendo esperanza en medio de la muerte, el que es Camino, Verdad y Vida. Y Jesús llama a acoger una nueva relación en nuestras tinieblas, dudas y miedos, a conocer el amor de Dios y sabernos perdonados, a levantarnos de nuestras parálisis y bañarnos en las aguas liberadoras, a ser adoradores en espíritu y en verdad.
Al final del evangelio, la escena que nos pone hoy la Iglesia, esa el juicio de Pilato. Entra en un nuevo escenario, el poder de este mundo. Había sido anunciada una nueva relación y realidad, ahora debe ser también purificada la condición humana en sus relaciones y realidades sociales. Los imperios también son destruidos, muchos de ellos se devoran a sí mismos porque construyen su reinado en los falsos poderes, en engañosas mentiras. Y Jesús viene a reinar, poniendo frente a frente, el poder y la verdad. Poder es amar y servir, como acabada de hacer en la última cena lavando los pies, ahora llega el momento de la proclamación. Jesús es llevado por el pueblo ante Pilato, es conducido ante los poderes. ¿Eres Rey? Sí. Reclama su origen, para eso he nacido. Y su reinado, el de la verdad. El que escucha a Jesús recibe la ley de la verdad. Luego las distintas escenas nos mostrarán que Jesús es coronado de espinas y con un cetro y un manto, proclamado ante todos "he aquí al hombre", y, finalmente conducido al trono de la cruz para tomar posesión del Reino.
Jesús es Rey, pues su reinado de verdad, de justicia, de libertad, de santidad y gracia, de amor y bondad, transforma la realidad total de la persona humana. Los verdaderos adoradores son espíritu y en verdad, y el nuevo templo está en la persona, con más razón la caridad se realiza en la verdad de toda persona, desterrando lo impuro, la maldad que destruye la obra de Dios.
Quiero compartir con vosotros un párrafo del Papa Benedicto XVI que nos ilumina esta reflexión del domingo. Pertenece a la carta "Caritas in veritate". Creo que es muy aleccionadora. Dice así:
Todos los hombres perciben el impulso interior de amar de manera auténtica; amor y verdad nunca los abandonan completamente, porque son la vocación que Dios ha puesto en el corazón y en la mente de cada ser humano. Jesucristo purifica y libera de nuestras limitaciones humanas la búsqueda del amor y la verdad, y nos desvela plenamente la iniciativa de amor y el proyecto de vida verdadera que Dios ha preparado para nosotros. En Cristo, la caridad en la verdad se convierte en el Rostro de su Persona, en una vocación a amar a nuestros hermanos en la verdad de su proyecto. En efecto, Él mismo es la Verdad (cf. Jn 14,6)
Si la Caridad es la expresión más grande de la presencia de Dios, la Verdad nos hace libres aceptando su proyecto de amor.
Feliz domingo
Así sea
ResponderEliminarMenos mal que su Reino no es de este mundo... Asi podemos participar todos ... Gracias Senhor!
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