jueves, 24 de febrero de 2022

LA GUERRA ES UN FRACASO

 


Esta mañana Europa se ha despertado con el ruido de bombas. Una vez más comprobamos la fragilidad de la condición humana que, agotado el diálogo, se enfrenta abiertamente, convirtiendo a los ciudadanos en víctimas y a la familia humana en espacio de enfrentamiento. Una vez más, Europa y el mundo, ven con impotencia como la violencia escribe con sangre inocente una nueva página de la historia.

Esta mañana, con el transistor que vomita información y comentarios, en un momento de silencio y en mi oración, pongo la mirada a mi biografía y veo un montón de guerras de las que soy consciente: Las Malvinas, los Balcanes, los grandes lagos en África, el el este asiático, en Sudán, la Guerra del Golfo, Afganistán... y eso en un momento las que me vienen de repente a la memoria. Y pensé, ¿qué postura tomé? ¿qué hice?... pues ahora que contemplamos atónitos una guerra mundial a pedazos como dice el papa (Fratelli tutti 259) no podemos quedarnos como observadores, ni espectadores, sino constructores de la paz. Estos días compartiré con vosotros algunos textos que nos ayuden a la oración.

. Puesto que se están creando nuevamente las condiciones para la proliferación de guerras, recuerdo que «la guerra es la negación de todos los derechos y una dramática agresión al ambiente. Si se quiere un verdadero desarrollo humano integral para todos, se debe continuar incansablemente con la tarea de evitar la guerra entre las naciones y los pueblos. Para tal fin hay que asegurar el imperio incontestado del derecho y el infatigable recurso a la negociación, a los buenos oficios y al arbitraje, como propone la Carta de las Naciones Unidas, verdadera norma jurídica fundamental». Quiero destacar que los 75 años de las Naciones Unidas y la experiencia de los primeros 20 años de este milenio, muestran que la plena aplicación de las normas internacionales es realmente eficaz, y que su incumplimiento es nocivo. La Carta de las Naciones Unidas, respetada y aplicada con transparencia y sinceridad, es un punto de referencia obligatorio de justicia y un cauce de paz. Pero esto supone no disfrazar intenciones espurias ni colocar los intereses particulares de un país o grupo por encima del bien común mundial. Si la norma es considerada un instrumento al que se acude cuando resulta favorable y que se elude cuando no lo es, se desatan fuerzas incontrolables que hacen un gran daño a las sociedades, a los más débiles, a la fraternidad, al medio ambiente y a los bienes culturales, con pérdidas irrecuperables para la comunidad global (Fratelli tutti del papa Francisco nº 257)

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