lunes, 28 de abril de 2025

SAN TELMO

San Telmo 

Hoxe celebramos na nosa Diocese a festividade do seu patrón o Benaventurado Pedro González Telmo. Unha oportunidade de reunirnos na nosa Igrexa Catedral para honrar ao evanxelizador, peregrino, home de caridade e de visión profética da realidade, misericordioso, creativo de iniciativas comunitarias. Telmo segue a ter a actualidade dos homes e mulleres traspasados polo evanxeo. 

Na procesión da mañá o bispo porta o seu caxato. É unha imaxe moi suxestiva, o pastor da nosa Diocese leva nas súas mans o bastón que acompañou a quen andivo camiños da nosa terra levando a Palabra de Deus. 

Pidamos ao noso patrón que acompañe con amor a todos os que formamos esta Igrexa. Que o noso camiño saibamos facelo xuntos convidando a todos a participar nesta aventura da vida con ledicia e esperanza.

domingo, 27 de abril de 2025

FELICES POR CREER


FELICES POR CREER

 Entra Cristo resucitado mostrando las heridas de la pasión glorificadas, mostrando el camino de glorificación de la humanidad herida por el pecado que genera violencia y muerte, que destruye la creación y al ser humano. Hoy, Cristo entra en lo escondido de los discípulos y entrega la paz, el aliento del Espíritu que hace posible la transformación y generar hombres nuevos. 

A los ocho días ya estaba el dubitativo Tomás, que no solo no cree que fuese posible la resurrección sino que tampoco cree el testimonio de sus hermanos. ¡Tomás, Tomás! Y como nosotros necesitamos pruebas, tocar, escuchar, y la presencia derrota los miedos, las cerrazones.

Hoy, domingo de la misericordia, Jesús nos llama bienaventurados, felices, dichosos. No es la felicidad empeñada en ser ganada a base de posturas artificiales ante la vida, o ocultando la realidad vulnerable y pobre de nuestra condición. Felices, dichosos porque creer es abrirse confiadamente. 

A Marta, que llora la muerte de su hermano Lázaro, le dice Jesús: « ¿No te he dicho que si crees verás la gloria de Dios? » (Jn 11,40). Quien cree ve; ve con una luz que ilumina todo el trayecto del camino, porque llega a nosotros desde Cristo resucitado, estrella de la mañana que no conoce ocaso. (Francisco Lumen fidei 1)

Creer es dejarse iluminar para ser luz, dejarse acompañar para hacer camino, dejarse amar para ser amor. Bienaventurados por abrirse al confiado encuentro de amor.

Creer significa confiarse a un amor misericordioso, que siempre acoge y perdona, que sostiene y orienta la existencia, que se manifiesta poderoso en su capacidad de enderezar lo torcido de nuestra historia. La fe consiste en la disponibilidad para dejarse transformar una y otra vez por la llamada de Dios. He aquí la paradoja: en el continuo volverse al Señor, el hombre encuentra un camino seguro, que lo libera de la dispersión a que le someten los ídolos. (Francisco Lumen fidei 13)

Dichosa tú porque has creído, le dice Isabel a María, feliz por haber puesto tu vida en el proyecto del amor de Dios. ¡Qué vocación inmensa para todos nosotros!

sábado, 26 de abril de 2025

LLAMADOS A LA ACOGIDA


LLAMADOS A LA ACOGIDA

Siempre me llama la atención el final del evangelio de Marcos que hoy se lee en la liturgia de la mañana. Es un resumen de los distintos anuncios de la resurrección. a maría de Magdala, a los de Emaús, a distintas personas que van a los discípulos y ellos no lo creen. Esto quema remarcado cuando describe que es el mismo resucitado el que se presenta y les echa en cara su incredulidad. Pero lo asombroso es que a continuación les dice "Id al mundo entero y anunciad el evangelio a toda la creación" Esto es lo que me da mucha paz. Mañana veremos las dudas de Tomás. Veo que Jesús había escogido a estas personas para llevar el evangelio y a pesar de las decepciones y los miedos, las huidas y las negaciones, les sigue buscando, es el Señor quien los quiere y los hace testigos porque en ellos resucita una nueva vida. No solo es el anuncio de un  acontecimiento de que el que habían crucificado está resucitado, sino que es quien nos devuelve a nosotros la vida, la esperanza, que ha restaurado lo caído, que nos hace hijos. Quiere enviar a los que han experimentado en propia carne la vida en el espíritu, el proyecto de Dios de darnos todo.

Hoy despedimos a un testigo de la fe, a un pastor del Pueblo de Dios, a un hombre que vivió la vida restaurada en el Espíritu. Francisco, como buen hijo de S Ignacio, nos ha enseñado la importancia de discernir, descubrir la voluntad de Dios, de abrir caminos por los que Dios se encuentra con nosotros. Francisco nos ha enseñado a vivir en el amor que nace de la fuente incesante de Dios. Porque es necesario abrir los ojos para ver el rostro del Señor en el camino de la vida, en el día a día de quien se mezcla entre nosotros para hacer junto a cada uno el camino de la caridad.


Hoy Cáritas en Galicia nos reunimos en Santiago de Compostela para celebrar el XVI encuentro de Voluntariado. Estaremos más de 300 voluntarios y técnicos de Cáritas. El tema es "Cáritas, motor de comunidades acogedoras" Y es la mejor forma de rendir nuestro homenaje a Francisco. Vamos a reflexionar y orar, convivir y dialogar, abrir caminos de servicio a las personas en situación de migración, ver sus dificultades y problemas, sus ilusiones y expectativas, juntos hacer un camino de encuentro y hospitalidad, de amor entrañable. Vamos a escucharnos para para mejor amar y servir.


viernes, 25 de abril de 2025

PESCADOR DE HOMBRES


PESCADOR DE HOMBRES

 La misión empezó en Galilea, en la orilla de un lago. Jesús llamó a Pedro, Andrés, Santiago y Juan, pescadores de profesión invitándolos a ser pescadores de hombres.

Al final del evangelio de Juan, esos mismos, salen a pescar y pasada la noche nada recogen. Solo con Jesús Resucitado, confiando en su palabra, la pesca es abundante, llena de peces y son invitados a comer con el Señor a la orilla del lago. Cada mañana es el Señor Jesús quien prepara el alimento para asumir la misión.

Una nueva mañana de duelo, de miles de personas que entran en la casa del pescador, Pedro, donde reposan sus reliquias. Encima de su tumba descansa para la despedida el último de sus sucesores, Francisco. Viendo esta multitud podemos decir que quien lleva en su corazón la misión de ser evangelizador, cumple lo dicho por el Señor, ser pescador de hombres. Y Francisco lo ha hecho, por el don del Espíritu, fue un gran pescador, a todos nos atrapó en la red del amor de Dios. 

Gracias Francisco.

jueves, 24 de abril de 2025

TESTIGOS

 


TESTIGOS

Hoy vemos al grupo apostólico reunido en el cenáculo. La vuelta de los dos de Emaús y su testimonio revoluciona el corazón y tambalea los pensamientos. Jesús irrumpe en el interior. Muestra su cuerpo, sus manos y pies, come con ellos, no es una ilusión ni un fantasma, no es un fenómeno colectivo. Es necesario que les abra el entendimiento para pasar de la sorpresa a la confianza, del miedo a la acogida, del temor a la paz, y de estar encerrados a salir a proclamar la conversión, el perdón a todos los pueblos.

Desde Evagelii gaudium hasta su último mensaje en la mañana de Pascua su palabra fue la de la alegría de la presencia del señor Resucitado que lo transforma todo y lo inunda de su amor. Ya no somos los mismos desde que hemos conocido al señor, nuestros planteamientos no pueden seguir la lógica de los intereses comerciales, económicos, geoestratégicos, etc, nuestro criterio es la lógica de Dios en la que necesitamos cada día que se nos abra el entendimiento con la luz del Espíritu Santo. Porque nosotros, que hemos conocido al señor, que somos testigos, entramos también en las estrategias del mundo para ver quien es el mejor candidato a la silla de Pedro igual estamos pensando en intereses, privilegios, estrategias de poder, y, os lo digo en serio, no pienso en una parte sino en cualquiera, porque a veces podemos acabar usando un discurso muy al uso de la gratificación del mundo y estamos gustando los poderes de prestigios, méritos, honores, etc... y creo que la Iglesia no va de eso. 

Comparto con vosotros estos dos textos:

El primero pertenece a Evangelii gaudium

Es verdad que, en nuestra relación con el mundo, se nos invita a dar razón de nuestra esperanza, pero no como enemigos que señalan y condenan. Se nos advierte muy claramente: «Hacedlo con dulzura y respeto» (1 Pe 3,16), y «en lo posible y en cuanto de vosotros dependa, en paz con todos los hombres» (Rm 12,18). También se nos exhorta a tratar de vencer «el mal con el bien» (Rm 12,21), sin cansarnos «de hacer el bien» (Ga 6,9) y sin pretender aparecer como superiores, sino «considerando a los demás como superiores a uno mismo» (Flp 2,3). De hecho, los Apóstoles del Señor gozaban de «la simpatía de todo el pueblo» (Hch 2,47; 4,21.33; 5,13). Queda claro que Jesucristo no nos quiere príncipes que miran despectivamente, sino hombres y mujeres de pueblo. Ésta no es la opinión de un Papa ni una opción pastoral entre otras posibles; son indicaciones de la Palabra de Dios tan claras, directas y contundentes que no necesitan interpretaciones que les quiten fuerza interpelante. Vivámoslas «sine glossa», sin comentarios. De ese modo, experimentaremos el gozo misionero de compartir la vida con el pueblo fiel a Dios tratando de encender el fuego en el corazón del mundo.

 El amor a la gente es una fuerza espiritual que facilita el encuentro pleno con Dios hasta el punto de que quien no ama al hermano «camina en las tinieblas» (1 Jn 2,11), «permanece en la muerte» (1 Jn 3,14) y «no ha conocido a Dios» (1 Jn 4,8). Benedicto XVI ha dicho que «cerrar los ojos ante el prójimo nos convierte también en ciegos ante Dios», y que el amor es en el fondo la única luz que «ilumina constantemente a un mundo oscuro y nos da la fuerza para vivir y actuar»[210]. Por lo tanto, cuando vivimos la mística de acercarnos a los demás y de buscar su bien, ampliamos nuestro interior para recibir los más hermosos regalos del Señor. Cada vez que nos encontramos con un ser humano en el amor, quedamos capacitados para descubrir algo nuevo de Dios. Cada vez que se nos abren los ojos para reconocer al otro, se nos ilumina más la fe para reconocer a Dios. Como consecuencia de esto, si queremos crecer en la vida espiritual, no podemos dejar de ser misioneros. La tarea evangelizadora enriquece la mente y el corazón, nos abre horizontes espirituales, nos hace más sensibles para reconocer la acción del Espíritu, nos saca de nuestros esquemas espirituales limitados. Simultáneamente, un misionero entregado experimenta el gusto de ser un manantial, que desborda y refresca a los demás. Sólo puede ser misionero alguien que se sienta bien buscando el bien de los demás, deseando la felicidad de los otros. Esa apertura del corazón es fuente de felicidad, porque «hay más alegría en dar que en recibir» (Hch 20,35). Uno no vive mejor si escapa de los demás, si se esconde, si se niega a compartir, si se resiste a dar, si se encierra en la comodidad. Eso no es más que un lento suicidio.

el segundo es del mensaje de Pascua el día anterior a su fallecimiento

Hoy en la Iglesia resuena finalmente el aleluya, se transmite de boca en boca, de corazón a corazón, y su canto hace llorar de alegría al pueblo de Dios en todo el mundo.

Desde el sepulcro vacío de Jerusalén llega hasta nosotros el sorprendente anuncio: Jesús, el Crucificado, «no está aquí, ha resucitado» (Lc 24,6). No está en la tumba, ¡es el viviente!

El amor venció al odio. La luz venció a las tinieblas. La verdad venció a la mentira. El perdón venció a la venganza. El mal no ha desaparecido de nuestra historia, permanecerá hasta el final, pero ya no tiene dominio, ya no tiene poder sobre quien acoge la gracia de este día.

miércoles, 23 de abril de 2025

REFORMA, CONVERSIÓN?


REFORMA, CONVERSIÓN?
Estos días veo con cierto asombro como los diversos tertulianos de los medios o los columnistas se deshacen, unos, en elogios de Francisco y otros, quizás los menos en críticas. Algunos cuestionan sus acciones y decisiones como cortas en un sentido reformador, quieren que la Iglesia se adapte a los tiempos, o sea, que se diluya. Algunos ponen en cuestión la capacidad de la estructura de seguir haciendo un camino de cambio.
Hoy el evangelio, los dos de Emaús, (Lucas 24,13-35), nos describe algunas de las cuestiones que aquí planteo.
Primero: los discípulos se van de Jerusalén. Huyen de un fracaso. Tienen miedo. Es normal. ¿Acaso un muerto, colgado en un patíbulo de condena, enterrado puede ser camino de futuro? ¿Acaso lo que esperaban puede verse con posibilidad de avance? Partamos de que la comunidad cristiana se fundamenta en la fe en un muerto, en un condenado que ha resucitado, que rompe la barrera , abre la puerta y muestra las heridas del sufrimiento restauradas, en una nueva dimensión. La resurrección en una nueva realidad. ¿Acaso puede haber algo nuevo en un sepulcro? Está vacío. Ya no está allí. Y podemos empeñarnos en visitar sepulcros, esto es, en volver a lo que ya no es nuevo, no es lugar de vida, nadie se queda a vivir en un cementerio, es lugar de reposo, no de acción.
Segundo: El Resucitado es quien sale al encuentro. No va a buscar a otros que crean mejor, o que no le fallen, busca a los que se escondieron, huyeron, fracasaron. Busca a quien lo negó para ser él quien afirme. Busca a las mujeres para revelar la centralidad de la pobreza de los medios. Busca a los que huyen como los de Emaús. No quiere discípulos perfectos, busca personas transformadas por el encuentro.
Tercero: A cada uno de forma distinta. El Resucitado no se manifiesta a toda una masa de gente, con la coherencia de toda su trayectoria, no hace un mega espectáculo para darles en la cara a Anás o Caifás, a Pilato o a los que lo llevaron a la muerte que está vivo. Ahora es el Cuerpo de Cristo en su Comunidad activada por el Espíritu la que dará testimonio, y lo hará como hace Jesús, en lo sencillo, en el patearse los caminos, en la pobreza de los medios, en la incomprensiones. 
Cuarto: Conversión no es un lavado de cara, ni una reformita, es la regeneración de la realidad en resucitados. Cada uno de los que se encuentran con Cristo lo declaran con una palabra personal: Amado, Señor mío y Dios mío. Reconocido en las Escrituras y el Pan van a comunicarlo. Ya no hay miedos, ya no hay temores, todo ha cambiado.
La tarea de la Iglesia es la misma, somos los mismos creyentes si nuestra vida está fundada en Cristo. El estilo es el que marca Jesús: alegraos, os traigo la paz, hace arder en corazón, una llamada a la confianza.
La misión: edificar la comunión, llamar al perdón y la misericordia, invitar a vivir en el amor.

¿Hablamos de reforma o de conversión? Dejemos a Jesús que camine a nuestro lado, y si hace falta, que nos de un tirón de orejas. Seamos fieles al Señor y no busquemos los aplausos. Llevemos una vida nueva en Cristo sin amoldarnos a los criterios del mundo, sino para servir a los que son presencia de Cristo en el mundo: los pobres. Y para que el mundo crea, vivamos la unidad, la comunión. 
Feliz día








martes, 22 de abril de 2025

FRANCISCO: que la Virgen me acompañe en la muerte y me de paz


FRANCISCO: QUE LA VIRGEN ME ACOMPAÑE EN LA MUERTE Y ME DE PAZ

Esta frase, pronunciada por el Papa Francisco en el libro entrevista Ave María escrito por Marco Pozza, quiero que sea el pórtico de unas breves reflexiones sobre el fallecimiento de nuestro Santo Padre. Su sencillez ha marcado su vida y pontificado, y eso nace de una vivencia espiritual que "como un niño en brazos de su madre" confía y se deja amar. Porque lo fundamental de nuestra fe se forja en el encuentro personal con Cristo que renovamos en el día a día, y haciendo de esta experiencia de amor, de dejarse amar, de ser un pecador perdonado, "misericordiado" pues la identidad de nuestro Padre Dios es su entrañable misericordia. la centralidad de cristo en nuestra vida es la que posibilita reconfigurar nuestro centro, que no es un punto, sino lo poliédrico de la realidad en la que vivimos y que nos permite una mirada abierta y sensible, que ve los límites no como algo lejano, sino como la oportunidad de recuperar la frescura del evangelio que cada día nos impulsa a cruzar a la otra orilla y superar, con Cristo en la barca, el aliento del espíritu y el ancla de la esperanza, reconocer que la seguridad no te la dan los propios proyectos, ni las estrategias, sino la confiada certeza que vives la voluntad del Señor. Para esto necesitamos referentes de fe, y para Francisco no cabe duda que lo fue también María, la Madre.

Estos días he seguido algunos comentarios referentes a la figura del pastor con olor de oveja, que gustaba de callejear, que primereaba la caridad, que abría bien el oído y sabía dar una palabra de esperanza. Esto se construye desde la escucha del Espíritu la oración, un trabajo recio, no se si espartano, pero creo que jesuítico. Pues bien, creo, desde mi humilde opinión que algunos de los que dicen seguir la reforma impulsada por este buen hombre hablan de polarización, de posiciones partidistas, de pérdida de posiciones, incluso con un lenguaje despreciativo. Por otro lado se descubre un silencio respetuoso o un formalismo. Y creo que necesitamos recordar algunas cosas. Pienso que cuando se declara la Iglesia Pueblo de Dios según Lumen Gentium del Concilio Vaticano II, Francisco nos recuerda que ese Pueblo es sujeto, y todos pertenecemos a el, cada uno en su ministerio, en el servicio que se le encomienda, al servicio de la evangelización, de salir al encuentro de todos, todos, todos, los que están y no, con los que creen y no, con todos, pues cabemos en el corazón de Dios. Y esto no es de un lado o de otro, es del Evangelio, pues no podemos negarle a nadie la oportunidad de conocer al Dios que da plenitud a las aspiraciones de cada persona. Y hoy no es tiempo de juzgar, sino de ponerse el mono de trabajo y construir.

Lo segundo que me gustaría compartir es la palabra pobre que no es un concepto, es la realidad de nuestra propia existencia., porque la vulnerabilidad, la fragilidad en todas sus dimensiones, nos iguala en la pobreza de una existencia limitada, que en algunos lleva a diseñar un proyecto de supervivencia y superioridad con una megaestructura de descarte que rompe la posibilidad de que ya que compartimos una casa común y estamos en el mismo barco, ya que somos hermanos y hermanas igualados en la misma fugacidad, pues seamos capaces de trabajar por el bien común y la paz. La pobreza no es una idea y menos una ideología, es la realidad encarnada de hombres y mujeres que sufren y padecen y a los que necesitamos llevarles la Buena Noticia de la Esperanza. La mirada cercana, la escucha, el gesto harán posible que el migrante y refugiado, el anciano y enfermo, las personas en situación de trata y esclavizadas, los desterrados y desheredados, tengan un hogar, una casa abierta que sana, cura heridas, da hospedaje y libere.

Y por último, sin que esto suponga un final en mi reflexión sino que continuará, quiero hablaros de la relación simbólica del santuario de A Franqueira con Francisco. Primero por ser casa de la Virgen, y  desde hace unos años con el Vínculo espiritual con la Basílica papal de Santa María la Mayor de Roma. En ella será sepultado el cuerpo de Francisco. Cuando celebramos el Jubileo del Cincuentenario de la Coronación de la Virgen nos envió una bendición Papal que en fecha de clausura de ese jubileo impartió en nombre del papa nuestro obispo D Luis Quinteiro. Esta bendición sigue presente en el corazón de tantos romeros y peregrinos de este santuario. Lo segundo es con referencia a los pobres la presencia en nuestro santuario de la Cruz de Lampedusa, una pequeña cruz de madera bendecida por Francisco y realizada con los restos del naufragio de migrantes en las costas italianas.

A lo largo de estas semanas iré compartiendo algunas reflexiones y detalles. Finalizo con las palabras del papa en el libro entrevista que os decía al principio: "No somos huérfanos: tenemos una Madre en el cielo, que es la Santa madre de Dios. Porque nos enseña la virtud de la espera, incluso cuando todo parece sin sentido: Ella siempre confía en el misterio de Dios, también cuando Él parece eclipsarse por culpa del mal del mundo. Que, en los momentos de dificultad, María, la Madre que Jesús nos ha regalado a todos nosotros, pueda sostener siempre nuestros pasos, pueda decir siempre a nuestro corazón "¡Levántate!, mira adelante, mira el horizonte", porque Ella es Madre de esperanza" Papa Francisco Ave María, 107. Libreria Editrice vaticana 2018